• Bailamos al son que nos marcan, perdemos soberanía, oportunidades y dinero

Miguel A Rocha Valencia

Digan lo que digan en las mañaneras, todos los mexicanos que pagamos impuestos o realizamos una actividad productiva, estamos aportando nuestro esfuerzo en favor de las políticas de Donald Trump y contribuyendo a su reelección.

Es un costo muy alto; habremos de pagar más, y si sumamos, resulta que no sólo contribuimos con dinero sino que estamos entregando a las empresas globales con sede en Estados Unidos, mucho de la poca soberanía que nos queda, capacidad de decisión interna, incluyendo la materia migratoria, traicionando los ideales de Bolívar y de la tradición mexicana. 

De entrada, con la cancelación del NAIM, que estoy seguro no es capricho de AMLO sino “sugerencia” del norte para no quitar conectividad a Houston, Los Ángeles y Panamá, México pierde en competitividad que a la larga será mucho más dinero de lo que se enterrará en Texcoco.

El Tren Maya, no sólo se entregará al gabacho sino que además le entregará biosfera y todos sus recursos, incluyendo extraterritorialidad de los operadores gringos (los 10 mil millones que anunció Jared Kushner).

Pero lo peor, una Guardia Nacional que no se ciudadaniza y se conforma de elementos militares más que policíacos, y que hasta hoy, está convertida en guardián de los intereses de Estados Unidos en México, con la captura, concentración y deportación de extranjeros indocumentados.

Luego vendrá la importación masiva de productos agroalimentarios, que incluye comida para humanos y para los ganados incluyendo bovinos, ovinos, avícolas y porcinos. Pero ese no será el costo real, sino que en el fondo, romperá cadenas productivas en México y más de alguna empresa agropecuaria irá a la quiebra. Los dueños de parcelas o propiedad privada, acelerarán el proceso de urbanización de predios agrícolas y ganaderos.

Seremos proveedores de lo que allá, en el norte, nos digan. Cultivos complementarios como frutas y verduras, porque hasta los forrajes nos van a enviar con millones de toneladas de maíz, genéticamente modificado.

Así vamos, está a simple vista. Lo que viene, es de temer, aunque claro, los que digan que no, es porque tienen otros datos.