Ningún cambio y errores desgastan las huestes de AMLO
A nivel local y federal, los personeros de la cuarta transformación y su movimiento pierden terreno y no es por una campaña mediática dirigida por oscuros intereses de los conservadores o enemigos embozados, sino porque simplemente no está carburando; se enfrentan quienes gobiernan a su incapacidad o bien a ser súbditos de quien manda desde Palacio Nacional.
De tal suerte que deseándolo, los actuales encargados de despacho de las secretarías, organismos descentralizados y demás, no se pueden mover si el jefe del Ejecutivo no les da el visto bueno y cuando alguno de ellos se atreve a mostrar algo de iniciativa, lo ponen quieto o lo obligan a renunciar.
No es como dice el coordinador de los senadores morenistas, Ricardo Monreal Ávila, que el gabinete no camine al ritmo del presidente, no porque es precisamente López Obrador quien les marca el paso.
Eso es lo que quisiera el senador zacatecano que ocurriera, que el equipo que acompaña a López Obrador tuviera cierto protagonismo, hiciera su trabajo, desquitaran el sueldo.
¿Pero cómo hacerle, si el gobierno todo, es el presidente? No se valen iniciativas ni diagnósticos o declaraciones no autorizadas previamente.
Incluso no se vale disentir. Nos dicen que incluso hay secretarios que sólo llegan a dormitar a la oficina porque quien hace el “trabajo” son personas cercanas a López Obrador quienes reciben instrucciones precisas del Ejecutivo en torno a lo que hay por hacer.
Los casos más emblemáticos son Comunicaciones y Transportes con todo y el Grupo Aeroportuario que encabeza Fernando Ferrando Bravo, Gobernación donde la titular y subsecretarios están acotados desde presidencia al igual que Relaciones Exteriores, y en menor medida la del Medio Ambiente, donde las instrucciones las hacen llegar con gente que labora en Palacio Nacional.
No existe en el gabinete, como pudiera ocurrir en las mayorías de Morena en el Congreso, la posibilidad de operar nada o sugerir algo contrario a lo mandatado por López Obrador, quien encarna la transformación.
Por eso es el que se mueve, seguido de Marcelo Ebrard que lo mismo sirve para Relaciones Exteriores que para temas de Gobernación o Economía.
Debido a esto es que Monreal Ávila ve un presidente muy activo y un gabinete lento.
Una calca se podría hacer del gobierno de la Ciudad de México con Claudia Sheinbaum, sólo que aquí, el Congreso igual que los funcionarios, sólo obedecen, no se atreven a opinar y callan ante la ignominia de ser llamados “lacayos”.
Y todo eso tiene consecuencias, especialmente a la hora de diagnosticar los problemas del trabajo.
Por eso las deficiencias y los conflictos internos porque además, poco a poco se van dando cuenta que van mal, que las preferencias de la gente disminuyen; que llegaron para cometer los mismos errores y no solucionar nada, atenazados por una realidad que golpea a la ciudadanía o pueblo sabio con desempleo y violencia progresiva.
Lo nuevo, que los economistas ven una caída más en el “crecimiento” del PIB; ahora lo ponen entre 0.6 y 0.9 por ciento anualizado.
Lo peor para los de la Cuarta, es que no ven solución al régimen y temen que sus seguidores se vuelvan críticos y al final les volteen la espalda. Los tiempos se les acortan y varios opinan que la vida de Morena se reduce… Veremos.