Si bien el hoy finado artista canadiense anunció su muerte por medio de su último disco, uno de sus más grandes legados de optimismo puede encontrarse en la obra en la que acercó su arte al apocalipsis
Siempre hay una grieta en todo / así es como la luz entra
Anthem/Leonard Cohen
Jesús Serrano Aldape
En la obra del hoy finado poeta y músico canadiense Leonard Cohen (Westmount, Canadá 1934-2016), existen muchos instantes dignos de recuerdo, pero siempre llamará la atención su paradigmático álbum The Future (1992), en donde pueden palparse al mismo tiempo las dos facetas más caras a este esteta: por un lado el juglar del pesimismo y por otro el romántico sin remedio.
Así, en las antípodas de la voz pesimista del tema titular del disco, The Future, que no teme decirnos: “destruye otro feto ahora, de todas formas no nos gustan los niños, he visto el futuro y es asesinato”, Anthem, la canción que hoy nos ocupa, también contenida en The Future, se aleja del destino trágico de la humanidad para abrir, literalmente, una rendija por la que atravesará la luz, verdadera luz sónica.

Tañe las campanas que sigan sonando / olvida esa oferta de perfección / siempre hay una grieta en todo / así es como la luz entra”
En Anthem, o Himno, Leonard Cohen utiliza con simetría perfecta las voces de góspel y las cuerdas insertadas en ese preciso instante en que provocan sentimientos de auténtica elevación, cuando los aires se preparan para cantar el magnífico coro, cuando éste se expande hacia las alturas, para entregar una de las baladas más hermosas que haya creado el hoy legendario artista.
Es la metáfora de la paloma de la paz la que deja establecido el mood del track, su ulular romántico, como su célebre y hermosa Take This Waltz, pero su objetivo en esta ocasión no es plasmar el amor romántico, sino la imperfección y lo impuro de las cosas y cómo a pesar de que ese concepto de idealización es imposible en el mundo avieso que pinta en su poesía, la vida debe continuar con su promesa de cosas nuevas a cada instante; jamás mejor expresado que en Anthem, y lo dice en el disco en el que condena a la humanidad, cual moralista incorregible, desde su propio arte.
Ah, las guerras que ellos / seguirán peleando / La sagrada paloma / Ella volverá a ser capturada / Comprada y vendida / Y comprada otra vez / La paloma nunca es libre
Leonard Cohen hubiera sido poco sincero si cantara este tema imaginando mundos utópicos, porque el amor de sus terroristas en First We Take Manhattan nos lo grita; también la marcial y podrida dulzura de su Democracy lo expresa a las claras; su visión del mundo es oscura, porque la descomposición social y la decadencia de la civilización occidental le han dado la razón a este crooner, presidiendo esos largos movimientos, llenos de congoja y aviesa belleza.
Según una biógrafa de Cohen, Ira Nadel, en su libro Various Positions: A Life of Leonard Cohen, la inspiración de Anthem se relaciona fuertemente con la Cábala judía, pero el mismo estilo de composición de Leonard, lo llevaba a reescribir constantemente sus canciones, porque desde su perfeccionismo los versos que funcionaron en los primeros borradores, con el tiempo dejaban de funcionar, así, la canción posiblemente cambió varias veces sus motifs.
Cohen, sin embargo, quien siempre rehuía de explicar significaciones en sus canciones, al parecer sí sentía algo muy especial por ésta. En 1992, en un documental lanzado por Sony, dijo: “Hay una grieta en todo lo que puedes realizar: objetos físicos, mentales, construcciones de toda índole. Pero por ahí es por donde se cuela luz, y es ahí donde reside la resurrección, el regreso, es donde se encuentra el arrepentimiento. Es con la confrontación que existe con el quebrantamiento de las cosas, la única forma en la que entra la luz”, explicó Cohen lo que era esa mágica canción.
Y señalaba que trataba acerca de encontrar siempre un buen lado a las situaciones, en especial las malas. Y si Leonard no lo hubiera dicho con palabras, no cabe duda que lo hubiéramos entendido por medio de la música, es tan claro.
Anthem funge como el contrapeso a la poderosa e inquietante The Future, donde llevado por la tragedia que veía en el mundo moderno, canta que “todos esos poetas perdedores tratan de sonar como Charlie Manson”. Anthem es, entonces, como una luz que el creador creyó necesaria poner en un disco lleno de dramas oscuros, lleno de melancolía y fundamentado pesimismo.
No puedo correr más / Con esta gente sin ley / Mientras los asesinos en lugares altos / Dicen sus oraciones en voz alta
Y parece el poeta inspirado por los asesinos de masas que desde las ventanas de los rascacielos disparaban contra las personas en una estampa común a finales de los ochenta. Pero Cohen no deja que las anécdotas de pesimismo que plagan The Future, empañen las buenas intenciones que tenía con su himno, con un coro que debe saborearse en su idioma nativo, palabras cuidadosamente seleccionadas.
Ring the bells that still can ring / Forget your perfect offering / There is a crack, a crack in everything / That’s how the light gets in
Y la música parece seguir hasta el final, hasta que las cuerdas la difuminan en un último baile. Entonces nos lleva al éxtasis, al ascenso mismo a esas alturas posibles; a enarbolar la esperanza, mientras las cuerdas y los coros etéreos acompañan nuestro baile por un día más, así fuera éste, el último del Universo. Uno de los maravillosos legados de este artista sin comparación.
Escucha aquí Anthem de Leonard Cohen:
Y aquí el inconmensurable The Future: