Es fácil no hacer caso de la lluvia

si se posee un impermeable.

Truman Capote

Arturo Suárez Ramírez / @arturosuarez

Estimado lector, gracias. La noche del domingo 1 de julio del 2018 no había duda, Andrés Manuel López Obrador había ganado las elecciones en un proceso limpio, transparente y con legitimidad, nadie podía regatearle nada a su aplastante triunfo. Yo estuve en el hotel Hilton de la Alameda donde se reunió con la prensa y mandó un mensaje de unidad -creo que es el único-, luego se trasladó al Zócalo para agradecer a sus simpatizantes, el tabasqueño asumió el cargo desde ese momento y Enrique Peña Nieto se encerró en Los Pinos cinco meses más, pero el desfalco, la corrupción, la violencia ya habían marcado su sexenio.

Luego de tres postulaciones el Pejelagarto llegaba a la presidencia, igual que cuando Vicente Fox fue electo, había una sensación de renovadas esperanzas y hartazgo por la corrupción del viejo régimen, priistas y panistas resultaron una calca, pero con los superiores morales la cosa iba a cambiar. La mañana del sábado 1 de diciembre de aquel 2018, mientras López se trasladaba a San Lázaro para rendir protesta, un joven ciclista se acercó a su automóvil Jetta y le dijo “Andrés Manuel, no tienes derecho a fallarnos”, tres años han pasado y ahí están los resultados, las evidencias y no valen los otros datos ni la facilidad del relativismo en el que se mueven los súbditos del caudillo.

Escenas dantescas de cuerpos ensangrentados y mutilados que penden de puentes para que todos los miren aterrados y sepan quien manda; mientras en Palacio Nacional se pregona que ya no hay masacres. Hay territorios en los que ni la Guardia Nacional, ni las Fuerzas Armadas se atreven a ingresar o quizás por orden de los superiores, no se persigue a los capos de la droga, no hay grandes decomisos de armas. También queda como una terrible mancha la liberación del narcotraficante Ovidio Guzmán hijo del malamente célebre Joaquín “El Chapo” Guzmán, se dijo que primero altos funcionarios tomaron la determinación para salvar vidas y luego López terminó por aceptar la responsabilidad de la liberación.

No se ha pacificado al país, Alfonso Durazo que daba entrevistas y justificaba a que se refería López Obrador con aquello de “abrazos y no balazos”, no llegó ni a la mitad de la administración, se fue a la campaña y hoy es gobernador de Sonora, mientras que la SSPC está a cargo de una periodista, Rosa Icela Rodríguez que asegura que México tiene 50 estados, que cuida los tianguis del bienestar, la mandan de campaña de vacunación y dejan para después una de las tareas esenciales, la seguridad, la pacificación y ahí están los 106 mil 380 muertos, los 13 mil 246 desplazados, los más de 100 mil desaparecidos, los 68 activistas y 43 periodistas muertos.

No solo se trata de percepción ni de hacer que se trabaja desde temprano, esas reuniones de seguridad solo sirven para dar el parte de guerra, si el presidente quiere levantarse a las 10 de la mañana ¡da igual!, no hay sustento de que levantarse temprano le dará buenos resultados, la corrupción sigue en las mismas o se ha empeorado, hoy en muchos sentidos se ha institucionalizado por decreto que se pongan obstáculos para que se reserve la información como seguridad nacional. ¿Cuál información? La que se le pegue la gana al macuspano.

Sin duda alguna este tema de la seguridad y pacificación ya no lo va a poder resolver, es cierto hay que trabajar con los más jóvenes para que no caigan en las garras de los malos, pero los programas sociales tampoco han sido la respuesta, estamos en niveles de ninis como hace cinco años ya que repuntó 22%, inflación de 7.05%, desempleo, mala paga, 12 millones más de pobres, y no es catastrofismo es la realidad a tres años de la 4T y el mesianismo de López… pero mejor ahí la dejamos.

Entre Palabras

Mi solidaridad con Paco Reséndiz, editor de El Universal, que fue víctima de amenazas por su trabajo periodístico. La autoridad es responsable de otorgar la seguridad para que no pase a mayores.

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Hasta la próxima.