Cada tanto, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) publica información que exige nuestra atención, puesto que mide la pobreza en México y el impacto de los programas y las políticas sociales gubernamentales en nuestro país. 

Es decir: aunque las cifras incomoden a las autoridades y prefieran pasarlas por alto, no podemos ignorar lo que este organismo estudia. Los datos que ofrece son la realización numérica de muchas cosas que oímos con frecuencia estremecedora acerca del encarecimiento de la vida diaria, particularmente en el costo de la canasta básica y su relación con el ingreso familiar. 

A esto se le conoce como inflación: los precios suben (lo mismo que el costo de vida) pero no los salarios. Es una cosa sumamente silenciosa y seria. Parece que no, pero es algo que se percibe sutilmente, por eso las quincenas se hacen cada vez más largas: ¿cómo es que no alcanza si siempre se compra lo mismo? 

Por ejemplo, esta primera quincena de noviembre fue la que registró una inflación elevada, la más alta de los últimos veinte años: 7.05 %. Según datos de la Secretaría de Desarrollo Económico de la Ciudad de México y la Profeco, los precios de productos básicos como el frijol, el arroz o el aceite han tenido un incremento que ronda casi el 80 % comparando octubre de 2018 con noviembre de 2021. 

La situación es severa porque, si a la inflación se le suma la precariedad y la explotación laboral, las condiciones para vivir y trabajar en México llegan a ser desesperanzadoras. En este sentido el CONEVAL señala que, al tercer trimestre de 2021, la proporción de personas en condición de pobreza laboral en el país ha aumentado al 40.7 %. Lo anterior significa que 4 de cada 10 trabajadores no pueden comprar una canasta básica con el salario que reciben por su trabajo. 

La economía nacional ya venía mal desde antes de la pandemia. En 2019 nuestro Producto Interno Bruto (PIB) se contrajo 0.1 % en lugar de crecer. En 2020 la crisis sanitaria terminó por poner las finanzas en vilo y ahora lo vemos reflejado en la economía doméstica. Lo que a mediados de 2021 parecía ser una recuperación comienza a estancarse y el Gobierno Federal parece estar sumido en la negación, asegurando que todo va bien, aunque cada vez sea más evidente que las cosas van mal. El golpe ha llegado a las carteras de los sectores más vulnerables, y vaya golpe: un gancho al hígado. 

En otro tiempo, los dos pesos que le dejaban a Bartola eran sumamente rendidores, hasta para el alipús alcanzaba. Ahora, todo va adquiriendo un matiz preocupante en este día a día en el que pagamos peso sobre peso y, a veces, ni para llegar a dos.