- Pecó de confianza…
Fragon
¡Jamás se debe menospreciar a ningún medio informativo! Sin embargo, tal parece que es el blasón de algunos funcionarios y políticos, mal asesorados, en algunos casos. ¿Quién es él o ella? La pregunta es usual en cuanto se refieren a quien escribe. La distracción no es menoscabo. Saben que con un puñado de comunicadores es suficiente para la imagen pública.
Pero a veces no basta. No es suficiente. Hay lecciones de las que pocos aprenden, quizá mareados por el poder transitorio, al fin. Y así podemos citar algunas dependencias y políticos del mal que les aqueja y que cada vez más alcanza a los más escépticos.
En cambio, los escasos versados de la polaca, saben que, cuando el trato con la prensa es colectivo, los beneficios son mejores.
José Olaf Hernández Sánchez le fue ungida la titularidad de la Cultura en el gobierno estatal de Hidalgo en junio del 2017. No obstante, el pasado 22 de febrero el portal EA Noticias (Emmanuel Ameth Noticias) publicó una nota con gráficas y video que daba cuenta de un cortejo al interior de la Secretaría de Cultura.
Sin dimensionar las consecuencias posteriores, la dependencia gubernamental hizo mutis. Paulatinamente, la nota tomó fuerza en distintos frentes. Claro, incluyendo a las benditas redes sociales. A tal grado de hacerse viral. Algunos medios locales se abstuvieron de la difusión. No así, periódicos de corte nacional y de peso.
Y qué decir de los 60 representantes de colectivos que, mediante un desplegado, demandaron la renuncia del secretario de Cultura. Paralelamente se pidió la firma en la plataforma Change.org México. La oleada de presión y linchamiento creció ampliamente.
Finalmente, el lunes primero de marzo, Olaf Hernández comentó a través de sus redes sociales que solicitó licencia para que, el área de Controlaría, concibiera las investigaciones correspondientes a los supuestos hechos. La noticia cundió con amplia difusión. Horas después, nombraron a Leyza Fernández, como “encargada del despacho”.
Aquí se patentizan varios yerros. Olaf Hernández es letrado, buena persona. Implementó varios programas alusivos a la cultura. Empero -su pecado- quizá, fue la integración de su equipo. Hizo eco a las recomendaciones. Y las pocas amistades que tenía con medios de comunicación no cuadraron. Fue tangible la falta de sinergia colectiva.
Además, Olaf, pecó de confianza y lo pagó con una traición. No existe otro calificativo al contexto. Detallando el escenario, la evidencia arroja que sí existió un convivio, quizá de repentina organización. Empero, quien realizó la grabación del entorno, gozaba de familiaridad.
Quedó al descubierto -que la unidad al interior del primer círculo de la Secretaría de Cultura- no imperaba del todo. Cuando un equipo es compacto, sólido y destila hermandad, genera un escudo protector en todas sus vertientes.
En el epílogo de la odisea, el otrora secretario de Cultura entregó su cabeza, equiparando otra errata. Trascendió que Olaf estuvo unos momentos en el jolgorio y se retiró. Fue después cuando se enteró de los estragos generados por “su gente”.
En el recuento de los daños, la vía factible era cesar a los involucrados principales y diseñar un eficaz equipo. Hacer las paces con el gremio periodístico –sin excepciones- y continuar trabajando en pos de la cultura hidalguense. Olaf, el gran asesor, careció pues, de un gran asesor… Al tiempo.