Sergio Iván
El arte siempre se tarda, entenderla es hilar el ideal y una necesidad deliberada por buscar romper con los límites entre el tiempo—espacio (lineal) y hacer tangible lo no expresado. Algunas obras ciertamente lo son. Pero ninguna de ellas transgrede el principio elemental de toda creación, nunca ser incoherente al universo de ficción que planteas. (Genette Gerrar)
En contraste el mundo y el público actual se identifica más con lo inmediato que con lo tardado. Las sociedades modernas, carecen de paciencia y atención. Lo cual ha modificado el concepto actual de lo bello (artístico). El filósofo sur coreano Byung-Chul Han explica:
El conjuro de Fausto -¡Pero quédate! ¡Eres tan hermosa!- oculta un aspecto importante de lo bello, pues precisamente lo estético invita a demorarse. Lo que obstaculiza la demora contemplativa es la voluntad. Pero al contemplar lo bello la voluntad se retira […] El yo se sume en lo bello.
Por medio de las experiencias retardadas y no inmediatas es que se puede llegar a sentir el arte. Con el cambio de actitud del espectador, prestando la suficiente atención a la obra que se mire, el círculo de comunicación entre creador—obra—receptor se cierra. Para repetirse de forma infinita. Lo opuesto a lo pulido es lo compuesto, una obra con muchas posibilidades es un elemento destacable. Lo no obvio siempre resulta lo más artístico.
Toda verdadera efigie tiene su sombra que la duplica, y el arte surge a partir del momento en que el escultor que modela crea liberar una suerte de sombra cuya existencia perturbará su reposo*.
*Revista Literaria Katharsis, “El teatro y su doble vida Antonin Artaud”. Editora Rosario Ramos, pp. 7-8.