• Ellos fueron quienes entregaron el poder a la actual administración

Miguel A. Rocha Valencia

Llegué a la conclusión de que, el PRI, PAN y PRD deben pedir perdón a los mexicanos por darnos el gobierno que hoy tenemos. Exigirle a Enrique Peña Nieto que en un acto de desagravio, se destierre de nuestro país por pactar la entrega del poder a cambio de impunidad.

Porque quien hoy detenta unipersonalmente el poder político, no lo alcanzó por sí sólo sino en gran parte, gracias a que quienes nos gobernaron, no lo hicieron bien, incubaron enojo con sus excesos, robos, malas administraciones y el cinismo de una casta que se enriqueció mediante latrocinios, reparto de canonjías y alianzas inconfesables que trascienden fronteras y sexenios.

Del que gobierna, está el mérito –para él- que alimentó el enojo social contra esa casta de ladrones, hizo de la corrupción una plataforma política y sostuvo con ambos, enojo y corrupción, una campaña que se extendió por más de 18 años hasta que encontró con quien pactar una transición oscura a cambio de impunidad y conseguir el poder ambicionado.

Pero quienes pavimentaron el camino para la llegada del caudillo, fueron todos los gobiernos emanados del PAN y PRI, justo porque hicieron mal uso del poder, abusaron de él.

Por eso la actual administración, asume un tono de revancha, hace suyo el sentimiento de una gran mayoría a la que no le importa cuáles son las acciones, el caso es ir contra  lo que hicieron aquéllos que se exhibieron cínicamente como corruptos.

Tampoco importa que el actual gobierno incurra en prácticas por encima de la ley similares a las de los que se fueron, como cancelar obras, entregar licitaciones de manera directa, simular consultas ilegales para justificar acciones y recurrir a la práctica clientelar de repartir dinero para cimentar su mandato.

Lo demás, no cuenta, ni siquiera la inexistencia de culpables que todos los días son señalados en Palacio Nacional, pero carecen de nombre y apellido, el que se caiga el crecimiento económico, empleo, credibilidad, buen crédito. El caso es que ante los ojos de los ofendidos, se mantenga el tono de revancha aunque no se castigue a los culpables y prevalezca la impunidad.

Pero en el fondo, todo sigue igual, es un cambio de estafeta, el poder se ejerce como en el antiguo andamiaje priista, sin compartirlo, sólo que hoy, hay una gran carencia de talento que se trata de cubrir bajo un concepto de honestidad aunque no garantice una administración eficiente, prometedora de un mejor país.

¡Que pidan perdón los que se fueron!