Miguel Ángel López Farías

A 200 días de gobierno, la capital es una bestia muy complicada de dominar, pero Sheinbaum, debemos reconocerlo, está aprendiendo muy rápido y cuenta con la ventaja de que el aparato federal la arropa, claro, aún falta por que se atreva a realizar varios ajustes en su equipo de trabajo, que como lo hemos dicho, hay más nadadores de a muertito que serios activos que le podrían ayudar un poco más.

Y como suele suceder al estilo chilango, debemos esperar a que algunas bombas de tiempo estallen para que ahora sí decida mover esas bujías que le dañan, si ella decidiera darse una vuelta por distintas oficinas de gobierno se daría cuenta de que su administración , en niveles directivos, se han llenado de auténticos inexpertos, personajes que poco o nada de conocimientos poseen para dichos cargos y peor aún, que enloquecieron bajo los feudos de estas pequeñas parcelas de poder, tanto que hasta a sus amantes llevaron para otorgarles cargos.

Pero en lo que se presenta el mexicanísimo ejercicio de tapar pozos cuando ya se ahogó el niño, vayamos a un punto que ha tratado la propia jefa de gobierno, tejer un nuevo civismo, y mire usted que lo necesitamos, me explico: el gobierno administra servicios y cumple con vigilar que la maquinaria de gobierno funcione, que los ciudadanos encontremos respuestas de orden público y que esto permita no se colapse la administración pública es eso.

Pero en lo que toca a el papel de los ciudadanos debemos reconocer que muchos viven ausentes de los más elementales signos de comportamiento cívico, en todo caso, la conducta se asemeja a la de las hordas que en un saqueo asoman las peores prácticas humanas.

Ser cívico es poseer fronteras muy bien limitadas en nuestro actuar, se trata de ser solidarios, amables, empáticos y mucho pero mucho muy respetuosos del otro ser humano (ciudadano, niño, niña, mujer hombre o anciano) que se mueve por esta capital.

Los capitalinos, no todos, nos asemejamos a una marabunta en donde lo que se privilegia es el interés individual, la cultura del » yo primero» está instalado en ese chip mental que imposibilita la convivencia

Cierto, la concentración de millones de seres humanos en una olla, como esta genera que los ánimos se expongan como nervios vivos, sobre la piel, pero el llamado a ser mucho más conscientes y comenzar a replantear nuestros vínculos de convivencia son de una tremenda urgencia, y por supuesto que no podemos dejar de lado el que la autoridad debería ser la promotora de esos primeros pasos para que el orden y respeto echen raíz en este suelo chilango, pero somos los ciudadanos los sujetos que mayor interés deberíamos mostrar para que en la capital todo sea más respirable y tranquilo.

Hagamos una seria de preguntas para obtener una rápida fotografía de lo que aquí se expone:

¿Desde hace cuánto no barre usted su banqueta? ¿Es usted de los que ahorra agua? ¿Tira la basura en donde se debe? ¿Recicla sus desechos? ¿Se levanta más temprano para evitar ser parte de los tremendos embotellamientos de las horas pico? ¿Se sube al metro y es capaz de bajar su mochila para no molestar a los demás?

¿Cede su lugar en el transporte público cuando ve a un adulto mayor, a una dama o una mujer embarazada? ¿Da el paso al peatón? ¿Respeta a los ciclistas? ¿Si usted es ciclista conduce por dónde debe? ¿Práctica el paso en auto uno por uno? ¿Se estaciona donde se le indica? ¿Respeta los señalamientos?  ¿Utiliza los puentes peatonales? Si es usted trailero, ¿por qué demonios circula sobre vías prohibidas? ¿Sigue utilizando el celular mientras maneja? Peor aún ¿Textea mientras maneja? 

¿Sabe que sus hijos grafitean y aun así se calla? Pero aun, ¿Sabe que sus hijos están en malos pasos, robando en motonetas, y aun así se calla? ¿Es usted testigo de un acto delictivo y no es capaz de denunciarlo? ¿Conoce la narco tiendita y prefiere guardar silencio?  ¿Sigue creyendo que con «una lana» se arregla todo?

Independientemente si tenemos autoridades corruptas o no… ¿Compra celulares robados? ¿Ropa robada? ¿Clonada?  ¿Sabe de actos de crueldad en contra de animales y prefiere mirar hacia otro lado? ¿Sabe que su vecino golpea a sus hijos y no se atreve a denunciar?

Y usted sigale con la lista, los ejemplos son por cientos y los vivimos todos los días. Y con todo respeto, esto si compete a el genio y figura de los capitalinos, es nuestra responsabilidad, la sana y respetuosa convivencia dejo de ser uno de los rostros de esta hermosa ciudad, ahora es una selva, plagada de máscaras, de miedo, de recelo y de mucha agresividad. Y así ¿Qué futuro nos puede esperar si hemos construido una sucursal del infierno?