- La mesa se llamó “Formas de lucha feminista” y fue transmitida en vivo por redes sociales de la universidad como parte de las actividades por el 8M
- En una mesa de diálogo, proponen generar una agenda que propicie cambios concretos y políticas públicas en favor de todas las mujeres
Redacción
Con un llamado a realizar un análisis más riguroso para entender las causas que llevan al uso de la violencia de algunas organizaciones de mujeres durante las protestas, así como a buscar caminos para lograr una mayor unidad dentro de la diversidad del movimiento feminista, y a generar una agenda que propicie cambios concretos y políticas públicas en favor de todas las mujeres en la vida cotidiana, social, política y económica, la noche de este miércoles se realizó la mesa de diálogo “Formas de lucha feminista”, que fue transmitida en vivo por redes sociales de la UNAM.
Como parte de las diversas actividades de la UNAM por el Día Internacional de la Mujer, celebrado el 8 de marzo, la mesa fue convocada por el Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad (PUEDS), a través del periódico estudiantil ¡Goooya!, y en ella participaron las nueve colaboradoras de la sección Trincheras del número cero de esta nueva publicación.
Ellas son: Beatriz Contreras Castillo, de la Facultad de Derecho de la UNAM; Erika Pérez Domínguez, del PUEDJS; Niltie Calderón Toledo, de la Facultad de Filosofía y Letras; Mariel Rosauro Zasso, psicóloga; Emma Hernández Rodríguez, psicóloga social; Mariana Vega, de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (FCPyS); Arianna Rangel, del PUEDJS; Astrid Navarro, de la Facultad de Derecho; y Yumil Sánchez, de la FCPyS; moderadas por Mariana Hernández, de la FCPyS.
De entrada, Astrid Navarro rechazó las agresiones de mujeres contra mujeres o contra cualquier persona durante las protestas de todo tipo. “No a los martillazos”, reiteró en referencia a su artículo en el número cero de ¡Goooya!
“Que se golpeen paredes, edificios, el piso, las vallas, pero no a las mujeres policías, que también son violentadas en su vida diaria, como muchas mujeres. Sería mejor sumarlas al feminismo para que no odien al movimiento”, planteó.
Niltie Calderón Toledo dijo que “lo que lleva el movimiento feminista en sus entrañas son todas las formas de lucha posibles, porque ha habido una violencia contra nuestros cuerpos desde todas las estructuras posibles”.
Lo que sucede en un momento y lugar determinado durante una marcha, agregó, es sólo una parte de un movimiento mucho más amplio, con diversas formas de lucha y resistencia de acuerdo a cada caso, no sólo en México, sino en América Latina y otras partes del mundo.
Y mencionó temas como derechos sexuales, violencia de la pareja, violencia estructural, economías solidarias, autogestión, paramilitarización, militarización. “Por eso hay que matizar el asunto de la violencia y, en todo caso, lo que habría que preguntarse es por qué están tan enojadas las mujeres”.
Emma Hernández Rodríguez criticó que se enjuicie a las mujeres a la hora de manifestarse, pues también es una forma de violencia que se les diga cómo se tienen que comportar. Recordó entre las causas de esa indignación que, por ejemplo, en México asesinan o desaparecen a 11 mujeres al día en promedio.
“Rayar paredes o los martillazos ha funcionado para visibilizar una injusticia de hace mucho tiempo”, explicó.
“La transformación se está dando, aunque no lo pasen en la televisión. Lo más revolucionario en los últimos años es el amor que propone el feminismo, algo radical porque atraviesa todo: institucionalidad, individualidades, políticas públicas, empatía, maternidades, cuidados”.
Beatriz Contreras Castillo señaló: “Necesitamos cambiar el discurso, el debate de si importan más los edificios que la violencia contra las mujeres ya se ha dado”. Recordó que el patriarcado y la violencia machista están en todos lados: escuela, familia, trabajo, no sólo en las calles.
“Por eso debemos organizarnos, escucharnos, unirnos, hablar de políticas públicas, educación, desigualdades, y cambiar la vida de todas las mujeres”. También criticó que partidos políticos quieran utilizar el movimiento feminista, cuando en realidad antes han actuado en contra de él.
Arianna Rangel consideró que la violencia no genera unidad sino división, y recordó que la violencia en las manifestaciones feministas no es nueva, pues, por ejemplo, se dio el siglo pasado en las protestas de las sufragistas. Las luchas sociales deben ser colectivas para que sean legítimas y, en este caso, acordes a las demandas de todas las mujeres, pero no con violencia, agregó, y propuso:
“Hace falta más diálogo entre los grupos feministas para que más mujeres se unan a esta lucha”.
Erika Pérez destacó que este movimiento trasciende la política partidista o a cualquier figura política, se esté a favor o en contra.
“Debemos manifestarnos libremente a partir de nuestras luchas, demandas e historia propias. Al feminismo lo caracteriza la diversidad y no es sólo lo que pasó en el Zócalo de la Ciudad de México, pues además hubo rodadas, tianguis, performance, protestas de mujeres indígenas, en la frontera, represión en Aguascalientes”.
Sin embargo, apuntó, la nota en los medios fue si se derribó una valla metálica y, de nuevo, se hizo a un lado el problema más urgente: el asesinato de mujeres. “Se requiere ampliar la mirada y hacer análisis más críticos, generosos, que vean la diversidad de las formas de lucha feminista”.
Yumil Sánchez contó que asistió a la marcha del pasado 8 de marzo y que también vio a policías agrediendo y a grupos de mujeres respondiendo. “Es todo un sentir, una emoción reprimida, pues el uniforme representa la seguridad propia para el Estado. Cuando una mujer desaparece, dónde está la policía. En el MP el caso no procede porque no conocías al violador o no había una cámara que lo captara”, compartió.
“El pensarse como mujer es un acto de revolución, de amor propio y de comunidad, y de poder crecer desde los colectivos, atravesar fronteras, crear lazos para que ninguna falte en su casa el día de mañana”.
Mariana Vega recordó que la mirada masculina, predominante, viene desde la infancia y determina los cánones de ser hombre o mujer, y por ello se considera como algo negativo la violencia durante las manifestaciones feministas.
“Después de tantas injusticias en contra nuestra, ahora se nos enjuicia por pelear por nuestros derechos con diversas herramientas que ha generado el feminismo. Cuando se señala a una mujer como buena o mala feminista, se hace desde una visión ya construida”.
Mariel Rosauro Zasso dijo que “es necesario un cambio estructural, de fondo, que también incluya las injusticias en la vida cotidiana”. En el último siglo el movimiento feminista ha obtenido muchas conquistas, pero aún persiste el machismo en, por ejemplo, las tareas domésticas o el acceso y creación de tecnologías.
También mencionó un cambio positivo, pues consideró que las y los adolescentes de ahora tienen más conciencia de género y al parecer muchos ya traen un “chip feminista de fábrica”.