Elena Cárdenas 

Los mexiquenses tendremos el gobierno que nos merecemos. El hartazgo de tanta corrupción de los gobiernos priistas fue, sin duda, el principal impulsor del triunfo de Delfina Gómez Álvarez, un claro ejemplo de mexicana aspiracionista, hija de un albañil y una ama de casa que, con estudios en una de las escuelas más caras del país, logró romper la barrera de la pobreza, que hoy le permite coleccionar bolsas de prestigiadas marcas y viajar en camionetas de lujo, aunque en su declaración patrimonial dice ser dueña de un austero Tsuru y una pequeña casa de interés social, de no más de 200 mil pesos. 

Sólo en México puede ocurrir que una mujer que fue multada por 4 millones 529 mil 225 pesos por ingresos no reportados durante su candidatura a diputada federal en 2015; sancionada por retener el 10% del salario de 550 trabajadores de Texcoco; crear empresas fantasmas para su campaña en 2017, matar por electrocución a más de 3 mil perros y gatos, y presentar irregularidades por más de 830 millones de pesos en la Secretaría de Educación Pública, logra, no solo ser candidata, sino obtener el triunfo en una elección que renueva las fuerzas del inquilino de Palacio Nacional. 

Al igual que Andrés Manuel López Obrador, Delfina advirtió durante su campaña que lo primero que haría al tomar posesión como gobernadora en el Estado de México, sería bajar los salarios y disminuir los lujos de los funcionarios, ella sí puede viajar en camionetas de lujo, pero sus empleados deberán someterse, como lo hacen los del Gobierno Federal, al austericidio republicano. 

La alianza PRI-PAN-PRD en el Estado de México, fue traicionada desde adentro. El cauteloso pero firme apoyo de Alfredo del Mazo a Delfina Gómez, no tuvo nada de raro para quien debe cuidar su espalda para evitar ser “perseguido” por su desastrosa administración, tampoco lo tiene el doble juego del PRD, quien envió a gente como Octavio Martínez Vargas a servirle de patiño, mozo y acarreador a la maestra Gómez. Martínez Vargas fue un crítico mordaz no solo de López Obrador y de Morena, sino de la propia Delfina, a quien en la elección de 2017 le exigió que reconociera su derrota. El domingo pasado le levantó la mano a la maestra, o por lo menos eso intentó, perdido e ignorado en la multitud del besamanos de la aparente ganadora. 

Cualquiera de estas cosas ocurrió el domingo en el Estado de México, invadido por el narco: uno, la gente está contenta con las administraciones morenistas; dos, estaba harta del imperio arbitrario y corrupto priista; tres, los morenistas tuvieron excelentes operadores en el estado, o, la peor, la cuarta, a la gente le da lo mismo la política y por eso se abstuvo de ir a votar. 

En 2017, en las elecciones del estado, de un padrón de 11 millones 832 mil 184, votó el 67.16 por ciento, y el domingo, de un listado de 12 millones 668 mil 695, votó el 48.24 por ciento. El abstencionismo ganó. 

Aunque pareciera que la ganancia es que Delfina Gómez será la primera mujer que gobernará en el Estado de México, la realidad es que los hombres a su alrededor, empezando por Andrés Manuel López Obrador y su padrino político, Higinio Martínez, serán quienes tomen las decisiones importantes en el estado. 

El PRI gobernó y se sirvió del Estado de México, a veces con la cuchara grande, desde 1929, con el mandato de Filiberto Gómez, hasta 2023, con Alfredo del Mazo Maza. Fueron 94 años de un priismo caciquil y rancio que propició el hartazgo, con los sabidos resultados. 

Los retos son mayúsculos, el Estado de México ocupa el primer lugar a nivel nacional en robo con violencia y lesiones dolosas, y el segundo en secuestro, extorsión, robo de vehículo, robo a transeúntes y robo en transporte público. Durante la presente administración de Alfredo del Mazo, todos los índices han ido en aumento. 

En cifras reales y alarmantes, el Observatorio Nacional Ciudadano, el Laboratorio de Seguridad Ciudadana y la Red Nacional de Observatorios, informaron que, en 2021, en el Estado de México se cometía un homicidio doloso cada 3 horas, un homicidio culposo cada 6 horas, una violación cada 3 horas, y un robo a transporte pública cada hora. 

Aunado a esa inmensa problemática, dos grupos de la delincuencia organizada se disputan los territorios mexiquenses: la Familia Michoacana y el Cártel Jalisco Nueva Generación. Lo grave será que, ante la indefensión de los ciudadanos, Delfina Gómez aplique con ellos la política de “abrazos no balazos” y les permita el libre tránsito y operación como está ocurriendo en otros estados.  

Para no variar, en 2022, el Estado de México también se colocó en otro deshonroso primer lugar, en esta ocasión en desempleo, con una tasa de 4.59%, de acuerdo con información arrojada por la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). 

La transparencia, aunque lo prometió Delfina Gómez, tampoco está garantizada, no así la entrega a diestra y siniestra de recursos, a través de apoyos y becas, para ganar la voluntad total de los mexiquenses. La tarea de Delfina Gómez será aumentar el número de pobres, esos a los que Andrés Manuel usa como estrategia política. En 2020, de acuerdo con el Coneval, 48.9% de los habitantes de la entidad se encontraban en situación de pobreza. Para el proyecto de López Obrador, como lo ha sido para todos los populistas, el objetivo principal es aumentar el número de pobres, porque cada uno significa un voto garantizado, luego que se compra su voluntad con políticas paternalistas que, a la larga, afectan el crecimiento y desarrollo de cualquier país. 

Esperemos, por el bien del Estado de México, que Delfina Gómez deje su gusto por los bolsos caros de marcas prestigiadas; el uso de camionetas de lujo, su afición por electrocutar perros y gatos de la calle, sin que les de una oportunidad de mejor vida; esperemos que no haga empresas fantasmas para financiar sus proyectos políticos personales, y que no surjan desfalcos en las dependencias donde seguramente le colocarán, López Obrador e Higinio Martínez, a grandes “recaudadores”. Esperemos que los empleados de gobierno no sean sableados con el diezmo para “la causa” y que el narco no encuentre en la entidad el mejor nicho para crecer y hacer destrozos ante la mirada complaciente de su gobernadora. Esperemos que el abstencionismo le dé, en unos años, la gran lección a quienes olvidaron que en su voto se jugó el futuro de sus hijos y las generaciones venideras.