Ella. Comparte sueños disipando miedos… arrullando penas y sanando heridas.
Ella. Tiene el poder de las rosas en pinceladas de armonía.
La poeta veterana de Venezuela
José Manuel Rueda Smithers
Afortunadamente para mí esta fecha quedó perfecta para la Cultura Impar. No se trata de celebrar, hay que borrar eso de la mente. Sí para conmemorar, pero más que nada, es generar una manera de pensar que no deje dudas de que a la mujer se le respeta, y, sobre todo, se le acompaña.
Todos los 8 de marzo se conmemora en el mundo la lucha de las mujeres por la igualdad, el reconocimiento y ejercicio efectivo de sus derechos. Y debo subrayar la palabra conmemora, porque de pronto celebrar, podría hasta quitar algo de seriedad al tema.
El origen del día viene de un contexto histórico e ideológico determinado por profundas desigualdades de género.
Fue precisamente que un suceso transcendental marcó la historia del trabajo y la lucha sindical en el mundo entero: el 8 de marzo de 1908, 129 mujeres murieron en un incendio –provocado- en la fábrica Cotton, de Nueva York, Estados Unidos, luego de que se declararan en huelga con permanencia en su lugar de trabajo.
Y no era malo lo que buscaban, más allá de una reducción en su jornada laboral a 10 horas, un salario igual al que percibían los hombres que hacían las mismas actividades y las malas condiciones de trabajo que padecían. El dueño de la fábrica ordenó cerrar las puertas del edificio para que las mujeres desistieran y abandonaran el lugar. Y aquí lo dejo, antes de empezar a insultarlo de manera contundente.
Y entonces recurrí a un escrito de ONU Mujeres, en el que explican perfectamente qué es lo que se espera de este día, y que debemos entender, sin cortapisa alguna: “Las mujeres del mundo desean y merecen un futuro igualitario sin estigma, estereotipos ni violencia; un futuro que sea sostenible, pacífico, con igualdad de derechos y oportunidades para todas las personas. A fin de lograr este objetivo, el mundo necesita mujeres en todas las mesas en las que se tomen decisiones”. Yo agrego que no merecen un futuro, SINO UN PRESENTE, punto.
Fue en 1977, la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) designó oficialmente el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer. Luego, en 2011, se celebró el centenario de la celebración, con la premisa de Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer (ONU mujeres).
Y por supuesto, defienden sus actividades como organización internacional comprometida al mencionar que ONU Mujeres trabaja y presta apoyo a todas las mujeres que están ahora en la primera línea de la lucha contra la pandemia; promueve soluciones laborales flexibles; y prioriza servicios para prevenir la violencia de género contra mujeres y niñas en el ámbito privado.
La mayor presencia de las mujeres en el trabajo es resultado de la hegemonía que tienen en labores no remuneradas y de su creciente inserción en el mercado. Significa un avance, pero no ha sido en condiciones de igualdad, pues generalmente se insertan en puestos de trabajo de menor jerarquía que los hombres y perciben una menor remuneración incluso en los mismos puestos de trabajo.
El INEGI advierte que esa inclusión en la fuerza laboral no las exime de participar en el trabajo doméstico, y continúan siendo casi en exclusiva las responsables de las actividades de sus propios hogares.
Este año, el tema del Día Internacional de la Mujer, “Mujeres líderes: Por un futuro igualitario en el mundo de la Covid-19”.
Grupos, gremios, agrupaciones, fundaciones y ONG’s del mundo entero se unirán hoy en la lucha que encabezan de forma auto convocada y seguramente llenarán las calles de las principales ciudades del mundo.
Hasta ahí, a ver qué hacen y cómo las califican al día siguiente.