Aleinad Mina 

En la diversidad de estilos y manifestaciones artísticas visuales es sorprendente ver el contraste que hay entre una Lata de Sopa Campbell (1962) de Andy Warhol y El encuentro (1856) de Gustave Courbet. Muchos son los problemas que se desligan de la historia del arte, el filósofo José Ortega y Gasset apunta en La deshumanización del arte que “Se comprende que el arte del siglo XIX haya sido tan popular; está hecho para la masa indiferenciada en la proporción en que no es arte sino un extracto de vida […] La vanguardia verá siempre al arte tradicional como repugnante.”, nos interesa el problema que señala Gasset sobre la diferencia entre el arte nuevo y el arte tradicional. 

En síntesis, Gasset sostiene que un objeto de arte tradicional es habitual a nuestra experiencia, nos provoca emociones, tiene aspectos humanos y por ello cualquier persona puede sentirse identificada con la obra. El arte realista es la máxima expresión de un arte para las masas que no tiene valores estéticos, sino que tiene un gusto común por la sintonía con nuestras experiencias. 

Para Gasset el arte no es la reproducción de la realidad, se opone a la idea de mimesis que ha estado presente en el arte, ya que la realidad humana no permite contemplar el valor estético de una obra. El arte nuevo, deforma la realidad, percibe valores estéticos propios del arte, se puede contemplar al no tener afinidad con sus experiencias naturales. De ahí que las producciones artísticas nuevas rompan con lo tradicional, para el autor, el arte debe deshumanizarse, esto decir, representar una realidad puramente intelectual. 

El realismo es un movimiento artístico que surge en Europa a mediados del siglo XIX, se manifiesta principalmente en la literatura y en la pintura. Ambas disciplinas se nutren de lo concreto de la realidad; y en particular, la pintura se interesó en retratar el costumbrismo, los paisajes y escenas de la vida cotidiana. 

Dicha postura estética identifica al arte como un medio para representar la realidad, además es opuesta al idealismo del arte romántico. Los artistas inmersos en la realidad buscaron representarla tal y como es, sin ningún tipo de embellecimiento. Se interesaron en representar una realidad objetiva e independiente de las emociones o interpretaciones subjetivas del artista, asimismo apartada de concepciones bellas, intervenciones divinas o religiosas. 

El enfoque del realismo se asienta en la idea de mimesis, es decir, su función es imitar la realidad, tal y como las condiciones materiales se presentan. Esta visión también buscó visualizar con crudeza las injusticias sociales, sobre todo hacer visible la opresión hacia campesinos que causó la revolución industrial. Podemos decir que el realismo como estilo visual llevó a su máxima expresión la idea de mimesis tanto en el contenido de la obra como en la técnica de pintura. Retomando a Gasset es un estilo que agotó toda posibilidad creativa, pues no es sino una representación idéntica del mundo. Además, la aparición de la fotografía fue el punto máximo para representar la realidad. De ahí que a partir de ese periodo en la pintura se empieza a concebir una nueva dimensión artística con las vanguardias del siglo XX.  

Sin embargo, no es posible decir que el realismo no es arte o se ha agotado del todo puesto que la realidad siempre nos presenta nuevos escenarios para explorar. La idea de mimesis es sólo una de las muchas maneras para la auto expresión, incluso Warhol un artista contemporáneo llevó la representación de objetos banales y de consumo al ámbito artístico. En cierto sentido se puede decir que Warhol es realista dentro de un estilo contemporáneo. El arte no puede reducirse a un solo discurso, sino que se trata de una pluralidad de sentidos y sentires que atienden a una necesidad humana que no es homogénea.