- Estábamos mal, íbamos para abajo y estaremos peor por incapacidad y necedad del Ganso
Miguel A. Rocha Valencia
Tres frases resumen sin duda el perfil autoritario, incapaz e inoperante del gobierno del caudillo aldeano del Ganso de Macuspana, quien, con su mentalidad pueblerina, lejos de mejorar las condiciones de un país que ya estaba mal, lo vino a empeorar y en sólo dos años, lograr lo impensable: colocar a la que fue la doceava potencia económica mundial, al borde del abismo.
Eso sí, a cambio, con la pandemia, logró colocarnos en el tercer país con más muertos por cada 100 mil habitantes y segundo con mayor incidencia de muertos y contagios por Covid-19 y él, así lo presume, ubicarse como el segundo dirigente más popular, solo atrás del de la India. Ojalá que esa encuesta revelara eficiencia al gobernar.
Pero eso es lo de menos, lo demás, son sus tres frases “célebres”: Me canso ganso, Yo mando y Anillo al dedo, las cuáles se resumen en una cuarta que es la máxima del dogma de su administración: “Lealtad a ciegas”.
Ese compendio filosófico encierra el espíritu autoritario y necio de quien no está dispuesto a aceptar discrepancias, opiniones distintas a su pensamiento y menos aún, rebeldía o reconocimiento de que el camino está equivocado y debe rectificarse.
El “me canso ganso” fue el primero que golpeó a México cerrándole puertas de inversión a nivel internacional; el yo mando fue determinante para dejar en claro que nadie, ni sus cercanos o alguien del gabinete puede dar una opinión distinta o sin previa autorización. A quienes se atrevieron, les llegó el desmentido de inmediato, empezando por Alfonso Romo Garza, pasando por Javier Jiménez Espriú, llegar a Carlos Urzúa y reventar con Víctor Manuel Toledo.
Todos ellos, con algo de vergüenza profesional o personal, decidieron abandonar el dogma de fe de la Cuarta junto con otros como Jaime Cárdenas o Germán Martínez, entre los más destacados.
Varios de ellos empero, denunciaron necedades, incompetencias y corruptelas al interior del séquito del profeta de la Cuarta y la necedad de este último para aceptar errores o corregir decisiones autoritarias que han dañado a muchos millones de mexicanos en la salud, vida, seguridad y economía.
Ahí entra el anillo al dedo, del mesías tropical, quien, a pesar de todo, quiere continuar en el poder para consolidar un estado de cosas de que México no se puede recuperar pronto. Por eso la destrucción y el sojuzgamiento a través de la amenaza y el chantaje o modificaciones absurdas de la Ley de las instituciones, rompimiento de facto del pacto federal.
Por ello también estimular la confrontación de los mexicanos, fomentar una lucha de clases remedo de modelos izquierdosos que probaron que, en ellos, el común es la concentración del poder y la riqueza entre el líder y sus cuates, el empobrecimiento del proletariado con una socialización de la miseria salpicada de rezago educativo, científico y cultural.
Esos regímenes tuvieron como caldo de cultivo precisamente el empobrecimiento de las mayorías a quienes se despojó a cambio de limosnas, de su capacidad de superarse a sí misma escaseándole las oportunidades de estudio, empleo y bienestar.
De ahí la confrontación permanente con la inversión, el desprecio y satanización de los empresarios a quienes se acusa de explotadores, pero ocultando que de los micros dependen 19 millones de empleos y que los medianos generan 18 millones de plazas de trabajo. Ninguno de ellos está clasificado como millonario.
Y, sin embargo, al caudillo macuspanense no le importa que quiebren negocios y desaparezcan empleos; eso es lo que le cae anillo al dedo por que a esos 37 millones de mexicanos los vuelve menesterosos y los pone listos para recibir la limosna que él personalmente habrá de darles a cambio de profesar su fe de la 4T.
Dinero que saldrá de los “ahorros” que deterioran la administración pública y de los 700 mil millones de programas clientelares que lejos de resolver problemas, los profundiza, los hará permanentes porque de eso se nutre la 4T y exige a sus seguidores, lealtad ciega.
Anillo al dedo porque la pandemia acabará con empresas, empleos, vidas y dará feligreses cautivos a la 4T que también se nutrirá de la delincuencia generada y se sumará al ya exonerado crimen organizado con el cual parece que también pactó.
Para colmo, anillo al dedo porque gracias a la pandemia, las inconformidades sociales disminuirán, las protestas campesinas se inhibirán y, en suma, las manifestaciones contra el Ganso, se inhibirán.
Anillo al dedo porque millones no votarán al no poder renovar su credencial de elector y no saldrán por el miedo a la pandemia. También perversamente eso no urge controlarla ni que lleguen vacunas a tiempo o haya medicamentos como el osentamivir o levofloxacino que sospechosamente desaparecieron del mercado privado.
Frente a eso, una oposición política débil, desprestigiada que servirá para legitimar una elección que, si gana, no será por méritos propios sino por los errores garrafales a que nos tiene acostumbrado el mesías tropical. Veremos.