- Sí López rectificara como se lo aconsejan Salinas y Romo, ganarían él y el país. Lo rateros, a la cárcel!
Miguel Ángel Rocha Valencia
En los pasados sexenios, desde diversas tribunas analizamos y criticamos acciones de los gobiernos en turno, incluso en el que recién terminó, alzamos la voz para afirmar que los cerca de 500 mil millones de pesos anuales que en promedio se presupuestaron para inversión de obra pública, se los robaron y que a cambio, se permitió cubrir ese hueco con dinero privado, nacional o extranjero, que por cierto no llegó en los niveles que se esperaban.
De ahí las concesiones por décadas, de servicios como carreteras, libramientos, puentes, y telecomunicaciones, entre otros, realizados con capital privado, foráneo y del país. En el sexenio peñista, no se invirtió el dinero presupuestal, se lo robaron. Hay que castigar ese saqueo, no detener al país.
Es importante dejar en claro el antecedente para que no se piense que tenemos fobias hacia algún partido, régimen o personaje político.
Nuestras opiniones surgen del análisis de hechos concretos, económicos, sociales o estrategias políticas, no de credos o enojos. Ahí se incluyen indicadores como las calificaciones de organismos especializados, deuda pública y privada, reservas internacionales, manejo monetario, inflación, niveles de empleo y otros.
Parto del principio de que populismo y neoliberalismo son puntas de una misma política negativa. Dar dinero, regalar a fondo perdido lo que otros aportan con su esfuerzo, no es económico aunque políticamente se explique y sea una medida clientelar que otorga los más altos réditos a quien las aplica, pero en general, no propicia crecimiento o desarrollo. Pero algunos dicen que es justicia distributiva o social.
Nosotros creemos que lo mejor es generar oportunidades, invertir para generar espacios de empleo, estudio o desarrollo. Lo otro, aunque López diga lo contrario, reduce a millones de ciudadanos agradecidos por recibir dinero, a simples clientes que dan base de sustentación popular a quien entrega el dinero.
Tan es así, que algunos programas sociales son reconocidos no por las instituciones que los ejecutan, sino por el gobernante que los promueve. Es decir, no es la dependencia pública sino le personaje quien al final se ve favorecido por el voto de esa base agradecida que encontró en él la forma de tener dinero sin trabajar y no necesariamente del beneficiario, sino de quienes le rodean.
Incluso si mi caso fuera, estaría más agradecido que a mi edad, me ofrecieran empleo que me dignificara en vez de una dádiva humillante donde me comparan con mascota y debo presumir de anciano, pobre o desamparado.
El caso es que no vemos por dónde pueda repuntar la economía. Se ve muy difícil alcanzar el 1.5 de crecimiento que dijo Hacienda y peor aún, el dos que afirma el presidente.
Claro, hay elementos que podrían ayudar, como que el Ejecutivo rectificara –es de sabios hacerlo-y dijera va el NAIM. Eso, estoy seguro, reactivaría la actividad económica, nos quitaría una carga tan pesada como 250 mil millones de pesos y atraería inversión. No lo decimos nosotros, sino dos personajes de los más cercanos a López Obrador: Ricardo Salinas Pliego y Alfonso Romo.
La medida le daría un jalón más al mismo presidente quien se vería como capaz de reconocer errores por encima de revanchas y generaría confianza en sus políticas económicas, pero…