Las guarderías estelares son grandes nubes de gas frío y polvo de las que surgen estrellas y planetas jóvenes. Un estudio describe un paso importante en la evolución química de esos lugares y cómo se pueden forman ciertas moléculas orgánicas de gran tamaño en su interior.

Al igual que los cuerpos humanos, las guarderías estelares contienen gran cantidad de moléculas orgánicas, compuestas en su mayor parte por átomos de carbono e hidrógeno y el estudio que publica Nature Astronomy estudia lo que ocurre en la Nube Molecular de Tauro (TMC-1) a unos 440 años luz de la Tierra.

En las grandes nubes de gas frío y polvo se arremolinan billones de moléculas durante millones de años y en ellas se crean los primero ladrillos que acabarán dando forma a estrellas y planetas.

TMC-1 es un entorno químicamente complejo, aunque los científicos aún no han detectado estrellas embrionarias emergiendo en su interior.

El coordinador del estudio, Jordy Bouwman, de Laboratorio de Física Atmosférica y Espacial (LASP), y su equipo se centraron en una molécula aparentemente sencilla llamada ortobencina, de la que demostraron que puede combinarse fácilmente con otras en el espacio para formar una amplia gama de moléculas orgánicas más grandes.