Especial 10 de mayo (parte 1)
Por más de 70 años en México se ha celebrado el 10 de mayo como «el día de las madres» y el origen de este en realidad no nos interesa, pero si nos sirve de pun to de partida para hablar de un par de películas icónicas de dos diferentes épocas.
Para esta primera parte les escribiré sobre el suceso que marco al cine de terror a finales de los años 60s, estrictamente en 1968 cuando Roman Polansky llevo a la pantalla grande la adaptación de una novela escrita 1 años antes por Iran Levin el cual se convirtió en un Best Seller.
Un matrimonio joven, Guy y Rosemary Woodhouse se mudan a un “famoso” edificio en NY donde buscan comenzar su vida en familia, teniendo como vecinos a unos viejitos bastante raros y entrometidos.
Mientras Guy pasa por un bache en su carrera como actor, le propone a Rose expandir las ramas de su árbol genealógico teniendo un sucesor, desafortunadamente el embarazo no es lo que Rosemary espera, pasando 9 meses de terror y psicosis.
Si bien en esta cinta tiene varios detalles que la convirtieron en una película de culto y que dejo un legado bastante nutrido en años venideros, con películas como La profecía (The Omen) de 1976 o con Él abogado del Diablo en 1997 que refleja un claro homenaje a The Rosemary Baby.
El director Roman Polansky toma un riesgo al conjurar una película de terror para su primera producción a color y con lo que sería el mejor presupuesto que había obtenido hasta ese momento, y no solo eso, sino que lo hace con la historia que vapulea no tan sutilmente a uno de los pilares más importantes de la religión católica, El Papa.
Aunado a esto, la cinta trata de «La madre del diablo» y la forma tan brutal de cómo fue concebido, poniendo en escenas la violación de una inocente y tierna mujer por el mismísimo Lucifer, en un aquelarre vecinal, ejecutado entre canticos, velas y drogas por supuesto.
El adaptar un libro al cine en la actualidad es algo cotidiano pero esto no quiere decir que sea sencillo y todos los resultados sean buenos, sin embargo a sus 35 años Roman deja una catedra visual con este filme, sin la necesidad de reinterpretar la historia original, haciéndola de guionista de la misma producción transmite toda la paranoia que sufre Rosemary a lo largo de su embarazo.
Esto al final se vuelve en acierto rotundo ya que a diferencia de muchas películas de culto que son valoradoras años después de su estreno, está historia se vuelve un éxito abriéndole al director las puertas para futuros proyectos.

Polanski resuelve adaptar una calca del libro de manera un tanto obsesiva, durante el rodaje buscó las revistas que menciona Ira Levi en su texto, sin embargo estas publicaciones son ficticias y en una insistencia de precisión mando a hacer las revistas para que todo fuera perfecto.
Utilizando la cámara como su aliado y pequeños planos secuencias, Él bebe de Rosemary logra múltiples atmosferas siendo la esquizofrenia el principal recurso con el que se sustenta la historia, dejando a los espectadores en la incertidumbre sobre la joven madre, poniendo en tela de juicio si en verdad existe una secta diabólica que le robara a su bebe o solo son alucinaciones.
Otro factor que llevo al filme a ser parte de la cultura pop del terror es la insólita actuación de Mia Farrow, la cual entiende por completo las motivaciones de su papel, viéndola ir del estado más alto de la felicidad hasta llegar a la emoción más oscura y lúgubre de la desesperación, sorprendiendo al mismo Roman al verla comer hígado crudo aun cuando ella era vegetariana.

Por último, pero no menos importante la musicalización a cargo de Krzysztof Komeda, acompaña de manera perfecta cada una de las escenas, logrando estremecer a los espectadores en los puntos más álgidos de la historia. Komeda acompaño a Polanski en sus filmografías hasta que murió un año después del lanzamiento de esta cinta.

El reflejo final que deja The Rosmary Baby es la abnegación que una madre puede tener con el resultado de su gestación, no importando que tan diabólico pueda llegar a ser.