La democracia es el triunfo de siglos de lucha por demandar Estados cuyo poder descanse en la ciudadanía mediante el voto. Se puede hablar de una democracia sana cuando existe la posibilidad real de tener alternancia en el poder. Sin embargo, contrario a lo que se pensaría, una cifra significativa de naciones mantiene esquemas autoritarios. De acuerdo con el Índice de Democracia 2022 elaborado por The Economist, de 167 países evaluados, en 59 prevalecen regímenes no democráticos. Esto es un indicio de que, en pleno siglo XXI, la democracia no ha logrado consolidarse a nivel global y su subsistencia de cara al futuro vive amenazada por algunos egoístas que siguen buscando la tiranía como forma de gobierno. Aunado a lo anterior, los avances científicos y tecnológicos orientan su desarrollo hacia una forma única de pensamiento. ¿Quién tiene el control de lo que aparece en internet?, ¿elegimos a las personas o los medios que son censurados por los algoritmos de Google mediante un mecanismo democrático?
De manera antagónica, estos entes tecnológicos, son opacos en su actuar y, cobijados por un discurso de progreso, en reiteradas ocasiones han atentado contra la libertad de expresión y la propia humanidad. Desde censurar los pezones de las mujeres en las fotografías que se suben a Instagram o Facebook, hasta eliminar todo rastro de personas que han alzado la voz contra la tiranía. Además, han violado los derechos humanos al incentivar la esclavitud infantil, al ocupar niños en las minas de las que se extraen el litio y el cobalto necesarios para la fabricación de dispositivos electrónicos. Nos encontramos ante una cadena perversa de componendas con gobiernos autoritarios, que han permitido a las grandes empresas llevar a cabo estas prácticas a cambio de que los respalden y les brinden tecnologías para controlar a su población. Desde 2019, China ha implementado el escaneo facial, que utiliza inteligencia artificial, con el objetivo de premiar con créditos financieros, mejores empleos y la posibilidad de viajar al extranjero a quienes se alinean con el gobierno. Por otro lado, a quienes consideran “malos ciudadanos” padecen la exclusión como una forma de castigo.
Un mundo que no vemos nos vigila todo el tiempo, desde nuestros celulares, computadoras, televisiones inteligentes y automóviles; determina qué consumimos y limita cómo nos expresamos. Sobre ello, el editor Jacobo Siruela dijo: “estamos pagando muy caro el progreso, nos está destruyendo”. La afrenta es enorme al día de hoy, y su revisión, urgente para garantizar un mejor futuro. La democracia debe mantenerse como contrapeso de los poderes absolutos, incluido el de las tiranías tecnológicas y de las inteligencias artificiales.