Luis Mena Pantoja 

Desde hace treinta años, la colección de la Fundación Cultural Trabajadores de Pascual y del Arte destaca por la nobleza de su origen y por concentrar una significativa variedad de la producción plástica del siglo XX en México. 

La colección reúne más de mil 800 obras, entre grabados, óleos, acuarelas, acrílicos, esculturas, fotografías y técnicas mixtas de 600 artistas, en su mayoría mexicanos o extranjeros nacionalizados, con las que se han realizado alrededor de mil 50 exposiciones. 

Esta fundación tiene como objetivos el promover, incentivar y difundir las diversas manifestaciones culturales del pueblo mexicano, mediante acciones que conduzcan a la valoración, preservación y desarrollo del patrimonio cultural nacional. 

Como antecedente inmediato de la fundación, su presidente Eduardo Vélez señala la lucha sindical que los trabajadores de la Refresquera Pascual libraron entre 1982 y 1985, para conseguir un incremento salarial y mejores condiciones laborales, y que después de un laudo favorable dio origen a la Sociedad Cooperativa Trabajadores de Pascual. 

«Ya estaba conformada la cooperativa, pero no había los recursos económicos para echar a andar las plantas de producción. Entonces, con ese vínculo que se estableció con muchas organizaciones, surgieron algunas ideas para poder generar recursos económicos y entre estas ideas estuvo el visitar artistas plásticos para que donaran obra de arte que sería subastada, y con los recursos generados se apoyaría a los trabajadores de la naciente cooperativa para iniciar su producción», explicó. 

Mario Orozco Rivera, Jesús Álvarez Amaya y Raquel Tibol estuvieron entre los artistas plásticos que se unieron a este llamado, con una gran respuesta solidaria de la comunidad artística nacional e internacional, que permitió juntar 520 piezas de arte. 

«Ahí surge la necesidad de empezar a buscar espacios para poder exhibirlas y hacer la subasta, y se da la oportunidad de hacer dos exposiciones, una en el Museo del Carmen, en San Ángel, y otra en el Palacio de Minería», rememoró. 

Después de cinco o seis años en que estas obras estuvieron almacenadas, y ya con las plantas de producción operando -gracias a un donativo del Sindicato de la Universidad Nacional Autónoma de México- y la cooperativa conformada con sus diversas comisiones y consejos, surgió la idea de crear una fundación cultural. 

Dentro del acervo pictórico de esta fundación cultural, creada en 1991, destacan las obras de Rufino Tamayo, Raúl Anguiano, Leonora Carrington, Olga Costa, Manuel Felguérez, Luis Nishizawa, Alfredo Zalce, José Luis Cuevas, Luis Ortiz Monasterio, José Chávez Morado, Héctor García y Gilberto Aceves Navarro, además de los ya mencionados Mario Orozco Rivera y Jesús Álvarez Amaya. 

Otros artistas que han realizado donaciones recientes son Arturo Rodríguez, Teodoro Cano, Sergio Sánchez Santamaría, Carla Elena Name, Misraim Cárdenas, Alejandra Zermeño, Alberto Castro Leñero y Maritza Morillas. Con estas obras, frecuentemente se realizan exposiciones del acervo plástico en la Ciudad de México y en las diversas entidades de la República Mexicana. 

Erasto Ensástiga Santiago, fundador de la cooperativa y en la actualidad dirigente del Colectivo Podemos Iztacalco, recuerda que fue Ingrid Koester quien planteó la idea de pedir a artistas plásticos importantes la donación de obras para subastarlas y conseguir recursos para echar a andar la producción en los inicios de la cooperativa. 

«Nos dimos a la tarea de ir a buscar a todos los artistas; tuve la oportunidad de platicar con la mayoría de ellos y nos dieron obra. Recolectar la obra llevó tiempo, más de un año, y la cooperativa fue poco a poco avanzando en su producción y en su venta, y cada vez menos necesitó recursos. Recuerdo que eran más de 300 obras y ahora se han acrecentado», relata con emoción y nostalgia. 

«Cuando ya estábamos avanzados en hacer la subasta, Raquel Tibol, crítica de arte que trabajo muy cerca de Diego Rivera y murió hace poco, nos dijo que nos iba a salir muy caro subastar, ya que implicaba muchos gastos. Mejor quédense con la obra, dijo, y ella habló de la solidaridad de los trabajadores del arte con movimientos como el de Pascual y los mineros de Nueva Rosita. Es más importante que tengan este legado, y con el tiempo la fundación cumple con esto. Es un legado de trabajadores del arte con trabajadores de la embotelladora Pascual», expresó Erasto Ensástiga.