Rafael Lulet
Las desapariciones forzadas en el país, han generado un estado de miedo en la población, la diversificación del crimen organizado, ha propiciado terror en las calles y carreteras de México, la trata de personas, el tráfico de menores, de drogas, de inmigrantes, la extorción por el tránsito de frontera a frontera, el derecho de piso, el secuestro, entre otros más, son parte de las actividades delictivas de estas organizaciones quienes no solo se han conformado con la realización y exportación de drogas sintéticas, sino con lo antes mencionado, asolando a todos los mexicanos, con complicidad del gobierno, ya sea local o estatal.
Las incidencias delictivas reportadas, marcan un incremento en estos últimos años, teniendo el 2019, un total de 88 mil 777 de delitos de alto impacto, pero hasta el momento en el 2023, se reporta 63 mil 927, casos, y aún no estamos ni a la mitad del año, datos arrojados por el Consejo Ciudadano para la seguridad y justicia colocando en primer lugar al Estado de México por encima de las demás entidades federativas, con un número alarmante.
Los delitos más recurrentes son: robo a casa habitación, de automóviles, a transportistas, en trasporte público, a transeúntes en vía pública, a negocio, todos los anteriores con y sin violencia, agregándose a esta lista la extorsión, el secuestro, el homicidio doloso, las lesiones con arma de fuego, la violación simple y el feminicidio. Ocurriendo 295 delitos de alto impacto por cada 100 mil habitantes en el periodo de enero a febrero del presente año, como así lo reporta el mismo organismo consultivo ciudadano antes mencionado.
Las carreteras del país son desde hace ya dos décadas un peligro para quienes deciden trasladarse en las diferentes rutas de la república mexicana, encontrando en ellas, falsos retenes, secuestros, robos, asesinatos, desapariciones entre otros más, la presencia de la guardia nacional no ha disminuido los números de todos estos crímenes en manos de organizaciones delincuenciales quienes han visto un modus vivendi en dichas operaciones delictivas, orillando a la población en general de realizar los traslados de un estado a otro a través de la transportación aérea para evitar las famosas “rutas de la muerte”.
Con la migración se ha tejido una red por el crimen organizado para extorsionar a quien desea pasar de la frontera sur del país a la norte, intentando llegar al “sueño americano”, dejando a su paso muertes, violaciones, tráfico de personas, y se agrega el de tráfico de órganos, sin mencionar el de trata de blancas, asolando a la población que no se siente protegida por el gobierno, una exigencia hecha a López Obrador desde antes del 2018, siendo en la actualidad una promesa sin cumplir, pese a haber recorrido el país donde se pudo percatar de estos problemas, sin embargo, ahora no le importa o no le interesa solucionarlo.
Lo ocurrido en San Luis Potosí, refleja lo que viven los mexicanos en el país, mafias criminales coludidos con los gobiernos locales o federales, haciendo daño a la población, para quitarle no solo hasta el último centavo de su dinero sino consigo la vida misma siendo los mismos gobernantes cómplices de esos actos criminales, electos por el pueblo, quedando muchas víctimas impune, situaciones ocurridas todos los días en México, la pregunta será, por cuántos años más, es claro que la administración de Obrador, no vino para solucionarlos, y al contrario, los ha empeorado, parecería ser la consigna de su gobierno, dejar a un lado al más pobre en temas de inseguridad, no existe una colaboración con los estados para disminuir estos índices, y así, terminará el sexenio, confirmando lo dicho en un inicio del periodo presidencial: “abrazos, no balazos”.
El paquete le quedará al siguiente mandatario, si es que quiera entrarle, de lo contrario, deberemos esperar al ejército norteamericano para erradicar a los narcotraficantes u organizaciones delictivas al declararles en esa nación como terroristas, los cuales no se encuentran nada lejos de ese término.