Bernardo López
Varios países han propuesto en sus órganos legislativos cobrar impuestos a las Big Tech fascistas estadounidenses, pues además de intoxicar a las personas con ideas tendenciosas, reprimen la libertad de expresión y de prensa con excusas sobre una presunta incitación a la violencia, asimismo usan contenido que generan las empresas periodísticas sin pagar por la creatividad.
Ellas se arrogaron la potestad de decidir qué se podía publicar en las cuentas de las personas y también decidieron la represión de las ideas que no les eran favorables a ciertos personajes. Fue muy claro cómo actuaron, de manera orquestada, anular toda la información del expresidente de Estados Unidos, Donald Trump.
De igual forma tomaron acciones autoritarias para que solamente la información que determinen ‘positiva’ sobre la emergencia sanitaria, será la que se permitan publicar, y se censurará toda la que cuestione todos los supuestos, casi dogmáticos, sobre una gran catástrofe mundial por el Covid-19, cuando en realidad no lo es.
En Australia existe un gran enfrentamiento entre las autoridades y las Big Tech fascistas, quienes intentan frenar toda regulación, sin embargo, el primer ministro australiano, Scott Morrison, ha sentenciado que en su país ‘si quieres hacer negocios aquí, lo haces conforme a nuestras leyes’. Facebook prohibió a los editores y a los usuarios compartir noticias elaboradas por los medios de comunicación de ese país, en represalia a la ley.
Otro buen ejemplo de la iniciativa mundial por detener la arrogancia de estas redes sociales la ofrece Polonia, donde el viceministro de justicia, Sebastián Kaleta, impulsa una ley para poner fin a este vacío legal, en el que las redes sociales se otorgan la autoridad de eliminar contenidos con fines políticos.
Estas empresas se quieren imponer como un supragobierno e intentan controlar las actividades humanas para gobernar todas sus acciones. No es casual que ahora, mediante dictaduras sanitarias, quieran anclar de manera parasitaria a las personas a un dispositivo electrónico para saber qué hace, dónde se mueve, qué come, qué platica.
En México también existe una propuesta para regular las actividades de las redes sociales, pues es importante que, además de pagar impuestos como cualquier empresa, también tienen que ser reguladas con respecto a los derechos a la libertad de expresión, asimismo de pagar por el contenido y la creatividad que usan de las empresas periodísticas.