Bernardo López 

No es casualidad que la Ciudad de México haya transitado al semáforo amarillo, pues ante la falta de un hecho trascendente para hacer olvidar a los ciudadanos de la tragedia que ocurrió en la Línea Dorada, las autoridades permiten a las personas volver a sedar sus consciencias con eventos masivos en estadios o salas públicas, claro aún con medidas represoras. 

La tragedia que enlutó al país ha cimbrado a una gran cantidad de personas, que cuestionan en las “benditas redes sociales” la terca permanencia de Florencia Serranía en la dirección general del Sistema de Transporte Colectivo Metro. 

Senadores, y diputados del Congreso de la Ciudad de México, integrantes del partido oficial, hacen hasta lo imposible por desviar las investigaciones en contra de Serranía, aunque es la primera que deberían llamar a comparecer, pues ella es hoy la responsable directa de todo lo que pasa en el Metro de la CDMX, no hay nadie más. 

Resulta insultante la soberbia con que se maneja la 4T, al tener una funcionaria que arrastra a todo su proyecto a la basura, pues en lo que va de su administración se han registrado muertes en Tacubaya, en dos eventos: la mujer que fue abandonada en la entrada de la estación (1 muerto) y el choque de trenes (1 muerto y 41 heridos); el incendio en el Puesto Central de Control (PCC) (1 muerto); y los 26 muertos por el desplome de una ballena en la Línea 12. Además de estos trágicos eventos, debemos agregar la gran cantidad de incendios y cortocircuitos que acontecen, por lo menos una vez a la semana. 

Lo sucedido en la Línea Dorada es la gota que derramó el vaso; las personas que viven en la ciudad llegaron al límite de la paciencia ante la incompetencia y reflejarán su malestar, enojo y rabia en las elecciones del 6 de junio, donde la realidad alcanzará a todos aquellos que con arrogancia no quisieron escuchar las demandas del pueblo. 

Existe gran desesperación, pues Claudia Sheinbaum intenta una fuga hacia adelante al transitar a la ciudad al semáforo amarillo y permitir el relanzamiento de los eventos masivos, aunque esto va a ser poco efectivo para hacer olvidar a la gente el daño que se ha provocado a las familias de las 26 víctimas mortales de la L12. 

Debemos estar muy atentos a estos días, porque el presidente López Obrador también va a intentar cualquier cosa por desviar la atención de la tragedia en Tláhuac. Su desesperación podría llevarlo a malabares ya cantados desde el principio de su administración e irse en contra de sus principales adversarios con tal de sostener su proyecto. Todos los escenarios son posibles en este momento.