Rafael H. Rivera Puebla

La elaboración y presentación de los Programas Internos de Protección Civil de los edificios públicos en la Ciudad de México, representó durante muchos años un gran problema, y no tanto por la persona que tuviera que integrar el PIPC, si no por lo complejo de cumplir con lo mismo que se pedía a los particulares para ello.

Ahora que, en la Ley de Gestión Integral de Riesgos y Protección Civil de la CDMX, se incluye esta figura, sin embargo y a pesar de poner requisitos acordes con la administración pública, lo que no implica dejar de cumplir, sino de utilizar los recursos institucionales disponibles, falta la puesta en marcha de los PIPC de los edificios públicos.

Ahora que se ha impulsado el curso en línea del ENAPROC de Técnico Básico en Gestión Integral de Riesgos, sería una buena idea que la misma administración pública ofrezca bolsa de trabajo para la operación de los PIPC que desarrolle el ROPC Institucional.

Pareciera que se robustece la carga en la nómina de las alcaldías y de primera instancia así es, sin embargo, en corto y mediano plazo, el beneficio sería palpable al implementar al menos un brigadista profesional en cada inmueble, que, en caso de cualquier emergencia, siniestro o desastre, bien pudiera activar sus protocolos de emergencia.

No es un camino fácil, cuando las diversas administraciones locales han apostado por las brigadas voluntarias, a pesar de que estas quedan desiertas por falta de interés o incentivos para participar.

Cada uno de estos TBGIR, bien podrían estar adscritos de manera directa a las UGIPC de las alcaldías y de esta manera agilizar los mecanismos de respuesta y compartir de manera institucional la capacitación requerida para mantenerse actualizados.