• Muestran en la Cuarta cinismo, corrupción y obediencia más allá de la dignidad

Miguel A. Rocha Valencia

La historia nos alcanza a todos y aunque en el presente intentemos torcer la realidad, la ley y los datos, la verdad saldrá tarde o temprano; seremos juzgados, evidenciados y colocados donde merecemos.

Dicen que eso es el juicio de la historia; a los mentirosos y corruptos les llega muy pronto, como sucede con el Ganso al que no se le manchaba el plumaje y resulta que lo tenía tan percudido de tanta mugre, que ya no se le notaban las nuevas salpicaduras de lodo.

La corrupción de su familia, amigos, colaboradores y súbditos se manifiesta todos los días. La protección a los delincuentes organizados, comunes y electorales que le son fieles se vuelve cínica, los perdona aun contra lo establecido por las leyes porque él, el Mesías de la 4T, ya se ungió en tribunal supremo y sólo él, porque “me canso ganso”, dice quién es inocente o culpable.

Desde su púlpito en Palacio Nacional el caudillo determina sentencias y penalidades, perdones, protecciones e impunidades. Él, quien protestó cumplir la Constitución, es la Ley. Los poderes Judicial y Legislativo, se le someten incluyendo el Tribunal Electoral.

Ahora la persecución será sin duda contra la Auditoría Superior de la Federación a cargo de David Colmenares Páramo por sacar “trapitos al sol”, exhibir la opacidad y discrecionalidad del gobierno de la Cuarta con observaciones al gasto de 2019 por más de 75 mil millones de pesos especialmente en el trenecito, aeropuertito, refinería y los programas clientelares donde súper delegados y servidores de la Nación, se despacharon a gusto, mientras que al menos 10 dependencias federales subejercieron o no justificaron decenas de miles de millones que estaban etiquetados.

Igual, frente a las patrañas oficiales del profeta y secuaces, queda claro que no se encontraron inconsistencias en el malogrado Aeropuerto Internacional de Texcoco y en cambio sí, se saca a la luz que el costo de ese capricho llamado Andrés Manuel López Obrador, costará a los mexicanos más de 200 mil millones de pesos de lo que se dijo por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes.

Sólo en la cancelación, sin contar pérdida de confianza y la gran oportunidad de inversión que representaba el NAIM, el chistecito del Mesías macuspano costará a los mexicanos 332 mil millón es de pesos, más los intereses por el pago de los seis mil millones de dólares que se habrán de liquidar a razón de 200 millones de pesos anuales durante los próximos 19 años con recursos derivados del TUA del actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, lo cual impacta necesariamente en recursos fiscales pues ese dinero era para el mantenimiento del AICM, donde para colmo, se cayeron los ingresos.

Pero además y eso no lo dice la ASF, la cancelación del NAIM provocó devaluación, pérdida de confianza en la inversión privada, caída de la misma y salida de capitales, que, según los expertos, sumaría otros 350 mil millones de pesos.

Por lo pronto el propio Banco de México reconoce que el año pasado registró la peor caída de la inversión privada directa en dos décadas, registrándose al mismo tiempo, la mayor fuga de capitales mediante la liquidación de documentos de deuda del gobierno mexicano por más de 275 mil 238 millones de pesos, lo que “significó la mayor salida de capitales desde que hay registro”.

Y lo que se viene luego de la contrarreforma energética ordenada por el “genio tabasqueño”, donde ya de entrada se fueron a la basura inversiones por 16 mil millones de dólares, es decir 320 mil millones de pesos, las cancelaciones que se darán y las indemnizaciones que deberán pagarse.

Si a eso le agregamos que la falta de gasto en inversión del gobierno se reduce por acumular más beneficiarios a los programas clientelares del Peje, el panorama para la recuperación económica y el empleo se ve en “chino”.

Ni hablar de los efectos económicos de la pandemia con cerca de 180 mil muertos, los de seguridad con 75 mil asesinatos y la violencia contra las mujeres “bendecida” desde el púlpito de Palacio Nacional, donde hasta las mujeres de la Cuarta, perdieron la vergüenza, callaron y aceptaron el veredicto a cambio de sus parcelas de poder, como lo hizo Olga Sánchez, Irma E. Sandoval, la hija de Maquío que no merece el apellido que lleva, y legisladoras de Morena.

Triste, casi sin escapatoria.