• La pregunta saltó: ¿Por qué López Obrador no se vacunó si el presidente es prioridad nacional?

Miguel A. Rocha Valencia

Más allá de especulaciones de si es cierto o no que el inquilino de Palacio Nacional está contagiado de SARS-CoV-2, el tema es por qué no se le vacunó. NO se trata aquí de si es una persona adulta mayor y con comorbilidades, sino de quien ocupa la Presidencia de la República.

Por eso, independientemente de si el contagio vino como anillo al dedo en momentos en que no está claro el suministro de vacunas y las que hay están en fase tres, si alguien decidió que al presidente no le daría la enfermedad por su “fuerza moral”, debe asumir responsabilidades, porque al clima ya de por sí convulso y de incertidumbre ahora se suma ahora la enfermedad de quien ocupa la primera magistratura del país y ha concentrado en él casi todas las actividades económicas, sociales, sanitarias, de seguridad y hasta políticas de México.

López Obrador, según los datos, presentó síntomas el sábado pasado, de gira por el norte del país donde tuvo contacto con gobernadores, miembros de su gabinete y diversas personas más. El domingo 24 regresó a la ciudad de México en el vuelo de Aeroméxico AM 2535 procedente de San Luis Potosí. Todo indica que ya sabía el resultado positivo de las pruebas para Covid-19.

La aerolínea aseguró que realizó los protocolos de higiene vigentes. “Todos los protocolos se aplicaron conforme a la normatividad local y federal, así como a las políticas del Sistema de Gestión de Salud e Higiene de Aeroméxico”, aseguró la compañía.

Pero nadie explica por qué razón no se le inmunizó si vacunas hay en México desde el mes pasado, salvo que el titular de Salud, Jorge Alcocer Varela y su segundo, Hugo López-Gatell consideraran que no era necesario y que el primer mandatario podía andar por el país sin cumplir incluso con las reglas mínimas que todos los días nos recomiendan a los mexicanos mortales para que no nos contagiemos ni afectemos a quienes nos rodean.

Le dieron permiso al tabasqueño para recorrer el país, sostener reuniones, eventos públicos y privados como si fuera inmune a cualquier enfermedad e incapaz de contagiar a nadie si la contrajera. Ahora varios gobernadores, miembros del staff, secretarios y más de un asistente a los eventos deberán seguir protocolos, incluyendo quienes hicieron el viaje San Luis Potosí-México en la nave de Aeroméxico.

Claro, esperamos que el asunto no pase a mayores, que sólo se trate de un catarrito sin consecuencias y veremos si pasado el susto, alguien le dice al presidente que no es por él, sino por el país que debe ser precavido, que sus años de líder social fueron superados cuando asumió la Presidencia de la República y se comprometió a gobernar para todos, amigos o adversarios, files y disidentes, opositores y lacayos.

Necesitamos que se siente a gobernar, bien o mal, pero que lo haga, que no sea un competidor más por el poder que ya detenta y debe ejercer por el bien de México no sólo de unos cuantos, de los 30 millones de personas que dice votaron por él. Somos más de 126 millones que en territorio nacional dependemos las políticas públicas que implemente.

En México no sólo hay pobres, los hay, aunque cada vez menos, clasemedieros, empresarios, ricos, multimillonarios, pero todos somos una población que necesitamos de un guía, insisto bueno o malo, pero no hay de otra. Faltan cuatro años de este gobierno. Ojalá en la soledad de la enfermedad, quien debería ser jefe de la Nación reflexione sobre eso que representa y que hasta hoy no ha ejercido.

De las especulaciones, olvidémonos, sabemos que en las mañaneras nos recetan muchas mentiras, verdades a medias, “otros datos” distintos a la realidad del país, pero con el ser humano, debemos solidarizarnos con su recuperación física y confiar en que hará una reconsideración institucional sobre lo que significa ser presidente de México.