Miguel Ángel López Farías

Y el presidente se volvió a «enchilar», los 11 consejeros del INE sostienen que habrán de pelear en todas las instancias para que el PLAN B no vea la luz. 

El mazacote de reforma electoral va a terminar en tribunales,  la SCJN va a enterrar el Frankenstein ,desde ahora lo señalamos, no se logrará, es una babosada del tamaño de la 4T, y los del INE prometen ir con el cuchillo entre los dientes y plantarse al remedo de dictador.

Y el temita ha despabilado a la sociedad civil para lanzarse nuevamente a las calles, bajo el hashtag «#MIVOTONOSETOCA», movilización para el sábado 26 de febrero en el zócalo a las 11 de la mañana.

Muy bien, este tipo de presiones son buenas, pero como dice mi amigo José Luis Benavides, sino se vitaminan con otro tipo de estrategias, digamos, realistas, en dónde los marchantes no solo vayan a tomarse selfies, sino que dirijan su hartazgo hacia los partidos de oposición, la protesta debe subir el nivel, no digo belicosa, pero si quitarse ese tono descafeinado, fresita, tener hambre de revolución, una que penetre más allá de un simple sabadito de gritos y playeras moradas.

¿Hay que ir a la marcha? Por supuesto, pero no solo para defender al INE, sino a la UNAM, al IPN, a los niños con cáncer, a las mujeres, al medio ambiente, a las víctimas de la violencia, a las madres de los desaparecidos, a los familiares de las tragedias en el metro, a las niñas y niños explotados sexualmente, a las y los periodistas asesinados, ¿A quiénes más se la han partido?…

¿Nos preocupa el respeto al voto? Primero, levantemos la voz en contra de los que no votan, el casi 50% de mexicanos que por sus santas amígdalas deciden no acudir a las urnas, a esos mexicanos de cartón, lastres y que sin su voto se convierten en coautores de nuestras democráticas tragedias económicas, sociales y políticas.

El mandatario está molesto con los consejeros del INE, pero también sabe que mantener vivo este falso debate, le permite seguir evitando hablar y rendir cuentas del desastre sexenal.

López Obrador gana tiempo, y a un año de darse a conocer el escándalo de la «casa gris» de su hijo José Ramón, de los pactos con Trump para hacer el trabajo sucio con los migrantes, de la protección al clan del Chapo, de la corrupción en Pemex, en CFE, en el IMSS, ISSSTE, del AIFA, Dos Bocas, Tren Maya, de la inflación y la crisis económica del final de su sexenio, es pues, una desesperada manera de que este dormido país no debata, no piense, no se cuestione… y ahí es donde gana el presidente.

Se sabe impune ante el juicio de la opinión pública, mientras México se ahoga en esta borrachera, misma que habrá de terminar algún día, y ahí sabremos lo que es cargar con una cruda de los mil demonios tabasqueños.