Miguel Ángel López Farías

El Sol de México publicó el día de ayer lo que se asoma como los primeros clavos del ataúd de Morena para este 6 de junio. La consultora INTEGRALIA que dirige Luis Carlos Ugalde muestra el mapa de un futuro electoral que pinta a el partido de AMLO como el más votado pero que no verá repetir el “tsunami” de hace tres años, el Congreso quedará dividido y los números no alcanzarán para que Morena y sus esbirros enmienden la constitución, la cambien, la conviertan en un bien a perpetuidad.

Perderían la mayoría y esto suscribiría lo que en distintos picotazos hemos advertido: la aventura de Morena llegó a su fin y, por ende, el gobierno de la “cuatro te” vería irse a pique las balsas de ocurrencias y corrupción.

Mencionar el trabajo de esta consultora representa el otro rostro de lo que está ocurriendo con algunas encuestadoras oficiales, algunas de ellas remodeladas en casas de notas fáciles, “fichando” con el mejor postor, uno de sus mejores clientes en las oficinas de propaganda de Palacio.

Insistir en la mentira de la popularidad del mandatario es ya insostenible, pero cada quien, con su reputación, eso sí, sus billeteras estén llenas al estilo de Epigmenio y su fábrica de ilusiones.

Negar tal caída en la popularidad presidencial es insultante, es negarle el derecho a la indignación de millones de mexicanos que respiran una atmósfera plagada de Salgados Macedonios y sus apetitos sexuales y ahora su dedo en el gatillo para amenazar de muerte a los consejeros del INE o la ruin defensa del meñique Mario Delgado.

Afirmar que todo está bien es burdo, torcido, cínico. La preocupación entre los hombres y mujeres pensantes en el gobierno (claro que los hay, solo que pesa la nómina) es real, el mandatario ha entrado en un tobogán de impopularidad, sus acólitos no le ayudan ni él quiere ser auxiliado, pero lo que hoy es un bosquejo de la consultora Integralia, pronto se convertirá en una gran bola de nieve.

Los libros de historia hablarán de este momento y como un gobierno, con el mayor bono democrático en décadas tiro a la basura el futuro de un país y lo trágico es que no fueron los diabólicos conservadores ni los raterazos de Peña Nieto, fueron ellos solitos, los mesiánicos de la 4T.