Moisés Sánchez Limón
¿En qué condiciones estaría y los rumbos por los que deambularía la zalea del candidato, o la candidata de la oposición a la Presidencia de la República, si hubiese sido lanzado(a) al ruedo, digamos, hace seis meses?
Porque, usted estará de acuerdo, las huestes del Corporativo Morena, su gerente Mario Delgado y, por supuesto, también el presidente del Consejo de Administración, no se interesan por la identidad del abanderado opositor simplemente para conocerlo, o conocerla. No.
Entonces…
¿Por qué la prisa del oficialismo para saber la identidad del mexicano, o mexicana, que habrá de ir a la piedra del sacrificio del domingo 2 de junio de 2024 para contender contra quien será el ungido, o la ungida, por el licenciado López Obrador como su sucesor, sucesora?
Es más de lo mismo.
En esto de las artes desplegadas en la sucesión presidencial en México, en el fondo nada ha cambiado, pero sí en la forma. Los actores de hoy tienen similares ambiciones a los de ayer y éstas giran en torno al ejercicio del poder por el poder mismo.
¿Dónde andaría la zalea de la candidata o candidato de la oposición en estos días?
Por de pronto, Su Alteza Serenísima ya le habría hecho trizas fama y capacidades en tanto el Sherlock Holmes de petatiux, Pablo Gómez y Álvarez (así le gusta que lo citen, ¡puro fifí!) tendría dispuestos expedientes de la o él candidato en los que, ella o él se enteraría de asuntos fiscales que desconocía.
O en el mejor de los casos, que le descubrieron en Andorra una respetable cantidad de dólares y euros fondeados a su nombre, como dícese ocurrió con el licenciado Alfredo del Mazo Maza, a quien –¡caray!, ya ve usted como corren los chismes en Palacio—lo andan candidateando a la embajada de México en Tel Aviv.
Sí, sin duda alguna el candidato(a) de Va por México y todos estos etcéteras de organizaciones ciudadanas, andaría con algo más que preocupándose por la quincena, preguntándose en qué maldita hora aceptó la candidatura.
Tan bien que andaba en la academia o alejado del bullicio y de la falsa sociedad.
Pero hete aquí que senadores y diputados del oficialismo, entre ellos el ínclito patriota Gerardo Fernández Noroña y hasta el mismo licenciado presidente, andaban chingue y chingue a la oposición para que diera color.
Y cuando dio (en el imaginario caso, por supuesto).
¡Recórcholis, Drakko!
Se le vino como película de Juan Orol, de la época dorada del cine mexicano, el presente, pasado y futuro de su vida. Enterándose de lo que ni siquiera se imaginaba en sus andares.
Vaya, no se requiere ser experto analista, como aquellos que se asumen líderes de opinión pero que fallan hasta en el estado del tiempo, cuando dicen que hará calor y andan hasta con bufanda.
No.
Cuestión de hacer un poco de memoria, para los que ya son algo mayorcitos y, quienes no, pues a echarse un clavado en Google y enterarse de quién es quién en la política azteca y saber vida y milagros de, por ejemplo, la doctora Claudia Sheibaum y el diputado federal y pastor de la bancada oficialista en San Lázaro, Nacho Mier.
E incluso adivinar el nombre del paisano al que alude el notario público en funciones de secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, respecto del tiempo en que deben pedir licencia al cargo los y la aspirante a la nominación presidencial.
Porque, en twitter y después de la cena en El Mayor, donde el Duce dio línea, el tenor de Bucareli posteó:
“Hace mucho años, un paisano me enseñó que en política se debe construir el equilibrio entre la razón y la pasión. Serenidad y paciencia, los tiempos del Señor son perfectos”.
¡Adivinó!, su paisano despacha en Palacio y sus iniciales son Andrés Manuel López Obrador. Disciplinado, disciplinado el secretario.
Pero…