Jesús Corona Osornio
Desde la llegada de López O. a la presidencia de México, y con su partido teniendo mayoría en ambas cámaras, senadores y diputados, la democracia ha estado en peligro.
La manera de interpretar el significado de mayoría, ha hecho suponer a López y sus empleados camerales, que mayoría es imponer sin consultas ni consensos, atropellar los derechos de las minorías; eso es para la 4t, la democracia.
Apresurados y aupados por su líder, diputados y senadores de Morena, sin pudor alguno, sin un poco de vergüenza siquiera, en la más horrible abyección, obedecen y votan a ciegas.
Es tal la ignominia de quienes se presumen legisladores, de manera cantinflesca sin una narrativa argumentada, lo único que gritan, “en el pasado, el PRIAN imponía”, es “un honor estar con Obrador”.
Son tan escasos de recursos para el debate, que solo utilizan los insultos y los clichés sabidos de memoria.
Los morenistas tienen consignas que repiten ad infinitum, y aún así, desconocen el significado de esas consignas. Y por eso no les gustan los debates.
La perversidad del señor presidente, es tan grande, que en cada cámara dos poblanos se disputan la medalla al mérito, para ganarse la voluntad del gran elector, y llevarse la candidatura al gobierno de esa entidad.
Son tan rastreros que no les importa el ridículo, ni sienten deshonor por actuar de esa forma ruin y despreciable.
Alejandro Armenta Mier desde el Senado, maniobra en su favor, para ganarse la voluntad del “líder y guía; identificado el Senador, con “el gober precioso” el preso ex gobernador Mario Marín; Armenta no ha escatimado lambisconería y una ausencia total de dignidad y amor propio, su rival, el Diputado Ignacio Mier Velazco, otro rastrero, tampoco se ha limitado en aplausos ni en poses en las que la dignidad humana ha brillado por su ausencia.
Ambos ejemplares del morenismo, tienen limitadas cualidades intelectuales, (léase neuronales), adolecen de ética, dignidad política, vergüenza y no hablemos de prudencia.
La democracia con sujetos así controlando las mayorías en las cámaras, no es difícil suponer que la democracia hoy está en agonía.
Los últimos treinta años, las ciudadanas y ciudadanos de nuestro país, nos dimos a la tarea de construir y diseñar Instituciones que nos dieran certeza y rumbo democrático, hoy esas Instituciones han sido reducidas o francamente borradas, por las hordas obradoristas.
Los ahorros que a lo largo de tres décadas garantizaban beneficios para el campo, la salud, las emergencias; desparecieron por la voluntad de un solo hombre.
México ha caído en una profunda oscuridad, los seguidores de AMLO, solo tienen fe, solo tienen una creencia exótica e irracional.
La ceguera de los impensantes ha contagiado a no pocos en nuestro México. La pereza para no pensar la realidad, para no mirar el lodazal, prefieren caminar sobre esas aguas turbias del morenismo, que alzar la voz en favor de la Patria que los vio nacer.
Aquel primero de diciembre del 2018, comenzó la tragedia que ha impuesto con atropellos el que fuera señalado como un peligro para México, y hoy lo demuestra con creces.
La democracia mexicana vive las últimas horas, con la idea firme, de que sea la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), y sus ministros encabezados por la presidenta Magistrada Norma Lucía Piña Hernández, le devuelvan la cordura jurídica a una nación arrastrada a los fangos de la ausencia de legalidad, por la locuacidad de su presidente. De lo contrario la democracia habrá sido tocata y fuga con réquiem final.
Hasta la próxima.