Con la del pasado jueves ya son varias reuniones del Jefe del Ejecutivo con líderes empresariales incluyendo a Carlos Slim, donde según López Obrador, le han manifestado su apoyo y disposición a colaborar con la Cuarta Transformación. Prometer no empobrece…

Las condiciones están dadas para ello, ya que la inversión anunciada de 485 mil millones de pesos por parte del gobierno, constituiría apenas el 15 por ciento del total de capitales que se requieren para evitar que la economía continúe contrayéndose y lograr niveles de crecimiento mejores que el 0.1 por ciento que festinó el presidente de la República.

Incluso, López Obrador dijo que Slim le ofreció que continuará invirtiendo en México, lo cual resulta ambiguo porque de todos modos aquí están sus empresas madre y pueden participar en la construcción de infraestructura y telecomunicaciones. No sabemos si en las reuniones, el nuevo secretario de Hacienda les esté dando garantías de que se respetarán contratos.

Y es que la confianza se fue al piso a causa de la cancelación del NAIM donde precisamente Don Carlos tenía una de las principales intervenciones, así como en el proyecto urbanístico y comercial que acompañaba la nueva terminal aérea cancelada.

El tema también es que los empresarios no ven reglas claras en algunos rubros donde les han pegado, como el caso de los ductos y la generación de energía distinta a la petrolera, ya que tampoco existe la seguridad del destinatario del consumo.

Es decir, son varias cosas, desde la creación de infraestructura hasta la generación, conducción y venta de energéticos, donde la verdad existe desconfianza no sólo por colocar a ignorantes-incondicionales al frente de la Comisión Reguladora de Energía, quienes, sin duda, obedecerían las ordenes de quien ahí los puso y echarían por tierra negociaciones o contratos millonarios en la materia, sin la resistencia de un organismo autónomo.

Y por el otro, falta determinar si se regresará a la normatividad de las licitaciones abiertas que fueron nulificadas por las invitaciones (a los cuates) restringidas para la realización de obras o si por lo menos, los empresarios no serán crucificados en las mañaneras acusándolos de sanguijuelas, fifís o rateros.

El camino no es fácil; que el gobierno recupere la confianza de inversionistas no es cuestión de reuniones sino de acciones… Veremos.