Cómo andarán las cosas en Morena que por un lado, el ínclito Paco Ignacio Taibo II afirma que ese partido “es un desmadre asqueroso”, varios senadores y diputados toman distancia y marcan sus propios espacios tribales y por el otro, Cuauhtémoc Cárdenas clama al cielo para entender lo que es la 4T y afirma que el actual gobierno, no tiene forma ni fondo, está sin propuesta.
Pero frente a todos ellos, el presidente dice que el país está muy bien, que baja la violencia, las finanzas caminan mejor de lo esperado y las obras prometidas están en proceso, aunque nada de eso se vea en la realidad.
Por eso sería pertinente preguntar como la primera vez que vio la luz este semanario Impar ¿A dónde nos lleva?
El mismo Cárdenas Solórzano dijo al inaugurar el ciclo de conferencias ¿Qué Hacer? Impulsadas por Jorge Gaviño, que no veía ningún cambio y si, una profundización de las crisis en seguridad, economía y dependencia del extranjero.
Para el ingeniero, no hay nada nuevo, pero sí, muchas cosas peor, incluyendo la materia energética y la subordinación de la política respecto a América Latina. También atisba la inexistencia de una oposición que pudiera ser propuesta de un cambio real o equilibrio en el poder.
Es decir, estamos para llorar, ya que ni siquiera en el partido hegemónico existe un proyecto, no hay nada nuevo, aunque en su “informe” seguramente el jefe del Ejecutivo dirá muchas cosas, especialmente en referencia a que se acabó la corrupción, que le dejaron un país destruido, que se terminó la impunidad y la guerra contra el crimen.
No obstante, es de preocupar que la realidad que ven otros personajes, incluyendo a Cárdenas y Gaviño, es otra distinta y que las condiciones del país se deterioran.
Algunos dirán que no es culpa de este gobierno, pero el hecho es que sin ser corruptos, como afirman los actuales mandamaces, han demostrado un alto grado de ineficiencia, ineficacia, ignorancia o incapacidad para gobernar, y en ello es cómplice, un grupo mayoritario de legisladores que a la usanza priista, sólo sirven para alzar la mano, sin pensar ni cuestionar lo que desde se les ordena desde Palacio Nacional. La democracia imperial ha llegado.