Luis Mena Pantoja

El Museo de Arte Moderno es la sede de la exposición Reflejo de lo Invisible, una retrospectiva del artista mexicano Arnaldo Coen, en la que se muestra la rebeldía, interdisciplina, experimentación y erotismo que caracterizan su obra, aderezada con fotografías, documentos, dibujos y bocetos que acompañan sus pinturas, murales y piezas artísticas, que incluyen una réplica de la vela del barco que pintó para el experimento que el antropólogo Santiago Genovés realizó en 1973.

Coen es un destacado artista plástico, nacido en la Ciudad de México en 1940, que ha experimentado con la pintura, escultura, muralismo, dibujo, joyería, body paiting, creación de escenografía y vestuario para puestas teatrales; y aunque él no se ubica dentro de esta corriente artística, es considerado uno de los principales exponentes del movimiento conocido como Generación de la Ruptura, que surgió en los años cincuenta para hacer frente al canon artístico de la Escuela Mexicana de Pintura.

Esta muestra abarca 322 piezas de 10 colecciones públicas y privadas, incluido el acervo personal del autor, que significan un recorrido de 60 años en la labor de Coen, y permiten entender su proceso interdisciplinario de experimentación e investigación geométrica-espacial, con una presencia relevante del cuerpo femenino, lo erótico y lo onírico.

En un reciente conversatorio celebrado en el MAM, con la participación de Arnaldo Coen, el historiador Eduardo Matos Moctezuma y los curadores Edgardo Ganado Kim y Jorge Reynoso, se analizó la escena del arte en México durante la segunda mitad del siglo pasado y el papel que tuvo este artista, desde los años cincuenta dentro de las nuevas rutas que surgieron.

Recordaron que la década de los sesenta fue de grandes cambios artísticos, y que nacieron iniciativas como el Salón Independiente, en respuesta a la negativa que les dieron a Helen Escobedo, Vicente Rojo, Manuel Felguérez y al propio Coen para participar en el Salón Solar, en una exposición que se organizó como parte de las Olimpiadas Culturales que se celebraron en el marco de los Juegos Olímpicos de 1968.

“Se sumaron artistas de otras tendencias, porque de alguna manera había siempre un pleito entre los pintores figurativos y los pintores abstractos”, rememoró el artista capitalino.

Con relación al erotismo plasmado en su obra, Coen comentó que surgió después de ver las Venus primitivas, que representan la maternidad, la abundancia. Asimismo, consideró que la libertad que refleja en su obra es resultado de que nunca ha buscado tener un estilo sino mantener una identidad propia. “Más que buscar un concepto, lo que hago es tomar con oportunidad lo que se me pone enfrente y actuar con libertad para poder transmitir. Sin embargo, siempre hay una presencia”.

Al respecto, Matos, Ganado y Reynoso coincidieron en que los años sesenta fueron una época en la que no se le daba tanta solemnidad al arte, sino que había humor y un sentido estético profundo, como un acto de rebeldía frente a la autoridad en un momento de ruptura política y artística.

“Coen ha sido un gran soñador que piensa que el arte puede dar opciones de vida, las cuales pueden ser múltiples, complejas. La obra de Arnaldo nos disloca y, cuando eso sucede, nos hace temblar, porque nos hace vernos y saber cómo y a qué grado somos malos. Por eso es importante su trabajo”, señaló Edgardo Ganado.

“Reflejo de lo invisible” seguirá abierta al público hasta el próximo 17 de septiembre en el Museo de Arte Moderno, ubicado en Paseo de la Reforma y Gandhi, Primera sección del Bosque de Chapultepec.