Pedro Flores
Sin lugar a dudas la captura de Ovidio Guzmán fue un regalo del presidente de EU, Joe Biden para México y hasta aterrizó en el AIFA como signo de “buena voluntad” con el fin de que AMLO no tenga pretextos para poder cumplir cabalmente no sólo con los tratados comerciales, sino también con las cuestiones de seguridad y migración entre otros asuntos.
La captura de Ovidio por un grupo especial de la DEA, el cual fue entregado a las autoridades mexicanas para que éstas hicieran un gran show y el Ejército se reivindicara ante la opinión pública, fue un hecho perfectamente calculado por el gobierno de Estados Unidos ante la junta de presidentes norteamericanos que se llevó a cabo en nuestro país.
De esta forma se dio oportunidad a una versión oficial de que lo tenían ubicado en una investigación desde 6 meses antes, sin embargo, el operativo de la DEA sorprendió a todo el mundo gobierno federal, secretaria de seguridad, ejercito, marina y hasta al propio gobernador de Sinaloa, mismos que entraron en contradicciones vistas en todos los noticieros y redes sociales.
No es la primera vez que la DEA hace trizas nuestra soberanía, entendida esta como r la capacidad de los mexicanos para tomar libremente decisiones políticas en el interior, con independencia del exterior. Por eso, la soberanía no reconoce en el país poder superior al del Estado ni poder exterior al que se subordine.
Ya lo hicieron una vez y en aquella ocasión si se hizo pública su intervención fue la llamada “Operación Leyenda” de 1985, cuando los agentes estadounidenses capturaron por su cuenta a varios narcotraficantes como respuesta al asesinato de su compañero Enrique Camarena. En aquel año la DEA arrestó al médico Humberto Álvarez Machín, acusado de participar en el asesinato de Camarena, y lo trasladó en secreto a El Paso (Texas) vulnerando las leyes de extradición y la soberanía de México.
El actual gobierno parece desconocer el viejo apotegma de EU, que es un país que “tiene intereses, no amistades” a tal grado que el presidente Andrés Manuel López Obrador el pasado 18 de julio rechazó que elementos de la DEA, hubiesen participado en la detención de Rafael Caro Quintero, fundador del Cártel de Guadalajara y posteriormente aseguró que confiaba en que dichos agentes respetarían n la soberanía mexicana, de ahí el sigilo de su intervención en la captura de Ovidio.
A este hijo del Chapo, lo relacionan en lo particular, según informes de la propia Sedena con, la producción de fentanilo que se ha convertido en una de las actividades más rentables para el Cartel de Sinaloa y que ha ocasionado, según Los Angeles Times más de 71.000 personas murieron en Estados Unidos por sobredosis de dicho producto, la ganancia por esa misma cantidad de metanfetaminas es superior a US$23 millones anuales.
A pesar de todas les versiones oficiales obre la citada detención, Rosa Isela Guzmán de quien se dice que con su media hermana Alejandrina Gisselle Guzmán, registraron oficialmente a marca «El Chapo 701», la marca incluye diseños de camisetas, camisas, cinturones, calzado, sombreros y hasta trajes de baño, tanto para hombre como para mujer, además de joyas, productos de marroquinería y licores, dijo “La familia Guzmán no se acaba”: así fue la reacción de Rosa Isela, tras la captura de Ovidio Guzmán.
Y en parte tiene razón, porque si bien apresaron a quien había puesto en ridículo al Ejército aquel 19 de octubre de 2019, en el documento “México: Crimen y Organizaciones de tráfico de Drogas”, elaborado por del Congreso de EU, el Cártel de Sinaloa es dirigida una parte por Ismael “El Mayo” Zambada; otra por Aureliano Guzmán Loera alías “El Guano”, hermano del Chapo y otra por los hijos de El Chapo: , Iván Archivaldo Joaquín Guzmán López y Jesús Alfredo Guzmán Salazar), conocidos colectivamente como “Los Chapitos” que siguen libres.
La acción de Biden nos hace recordar al filósofo Plutarco, quien decía: la paciencia y la habilidad política, tiene más poder que la fuerza.