Bernardo López
Es un error propagar especies exóticas en cualquier lugar del mundo, porque estas son vulnerables a las condiciones de humedad, exposición a los rayos solares, características del suelo e indefensas a especies animales y vegetales, posibles factores que hayan provocado la muerte de la palmera de Paseo de la Reforma, pero de varios ejemplares en toda la zona centro de la Ciudad de México.
También puede suceder lo contrario, es decir que la planta o árbol se adapte con éxito, pero eso también pone en peligro de extinción a la vegetación nativa, como el caso de los eucaliptos -que fueron traídos a la ciudad por recomendación médica, para reducir los problemas que provocaban las aguas negras estancadas.
En la ciudad alrededor del 70 por ciento del total de árboles son exóticos, lo que provoca la fractura del ecosistema, además que el conjunto de estas especies no interactúa entre ellas con su ambiente -mediante procesos como la depredación, el parasitismo, la competencia y la simbiosis- y no vuelven a ser parte del ciclo de energía y de nutrientes.
Es cierto que hay un beneficio similar al de plantas nativas -captación de bióxido de carbono, liberación de oxígeno, retención del suelo y control de la insolación-, pero las raras no interactúan con polinizadores, lombrices, hongos y bacterias.
Una duda que viene con relación a este problema es por qué el Gobierno de la Ciudad de México no usa especies endémicas de la región -como el tecoma o tronadora (Tecoma Stans), el madroño (Arbutus xalapensis), los capulines o los tejocotes, que aportarían un mayor beneficio- para reemplazar los especímenes que han muerto.
Las personas preferirán jacarandas, sin embargo, este árbol no interacciona con los demás seres vivos, por lo tanto, debería ser descartada para los programas de repoblación de la vegetación de la Ciudad de México, lo mismo se puede argumentar de eucaliptos y palmeras -son bonitos, pero también debemos pensar en la manera de armonizar el ecosistema.
Las autoridades de la ciudad anunciaron que el árbol que sustituya a la palma de Reforma será consultado con la población, sin embargo, esto es otro error, porque las personas se decantarán por una especie rara, al menos que los expertos en ecosistemas reduzcan el universo de opciones a las nativas.
El Gobierno de la Ciudad de México debe utilizar los recursos por 60 millones de pesos a la repoblación de vegetación en plantas y árboles endémicos y reducir las especies exóticas, por el bien de todos seres vivos que interactuamos en la región, así habrá más flores; las abejas, abejorros, colibríes, palomillas, murciélagos y demás polinizadores tendrán espacios para la producción de semillas, miel y frutos.