Enrique Escobedo
Oficio es el trabajo habitual que realiza un individuo, especialmente referido a la destreza manual o esfuerzo físico, como medio para ganarse la vida. Oficio se usa también para referir un servicio o cargo que se ocupa.
Como ejemplo de oficio en el sentido más estricto podemos mencionar los oficios de carpintero, herrero, albañil, pintor, músico, artesano, etc. Sin embargo, hoy en día se puede usar el término oficio eventualmente para referir el trabajo intelectual y habitual de un sujeto independientemente de la calificación. Por ejemplo: «Héctor es abogado de oficio». Por lo tanto, un oficio es un concepto con valor agregado, pues significa dignidad y amor por una acción que implica realizar una obra.
El oficio de presidente de la nación es, consecuentemente, noble porque es de servicio público, consistente en saber, saber hacer y hacer. Con las peculiaridades de no flaquear, pues esa no es una opción. Se trata de un trabajo arduo debido a que demanda tiempo completo, requiere preparación, agilidad mental para resolver los problemas sujetándose a las leyes, tener claros los principios del Estado, tales como proteger a la ciudadanía, a las instituciones, así como a la legalidad y los fines del mismo: mitigar la escasez y el conflicto social.
Me llama la atención el oficio de presidente porque, en una democracia, quienes aspiran al cargo deben convencer a la ciudadanía de que son la mejor opción, no pueden dejar de lado sus compromisos de campaña, asumen responsabilidades para todos y no exclusivamente en favor de quienes votaron por él. Sus decisiones son evaluadas con rigor por los ciudadanos, por la historia y necesitan un equipo de colaboradores sólido, preparado, capacitado y conocedor de las tareas. Esas y otras cualidades, competencias y habilidades se requieren a fin de ejercer el oficio de presidente.
Además de lo anterior, dicho oficio requiere, indudablemente de un perfil político que sea capaz de conciliar intereses, unir a la nación, conducirla en paz, convocar a las fuerzas productivas y promover el crecimiento económico. Empero en la evaluación que hacemos de la actual administración lo que vemos es que el presidente ejerce el oficio de una manera especial, por no decir desfasada en los tiempos de la globalización. Tengo la hipótesis de que su estrategia consiste en dominar la Cámara de Diputados el próximo trienio y gobernar en al menos 17 estados de la República a fin de realizar cambios constitucionales que favorezcan un proyecto transexenal. Si acaso lo logra sus propósitos después de la elección del 6 de junio, tal vez lo que veremos será a un titular del Poder Ejecutivo Federal que incremente la centralización del poder, asfixie aún más al federalismo, arrincone con mayor vehemencia a su gabinete y sostenga su desdén por la crítica. Por lo mismo, siguiendo con la construcción de mi hipótesis es de que el presidente está convencido de que su oficio demanda una alta concentración de poder porque piensa que solo así podrá ayudar a los pobres, marginados e indígenas.
Sin embargo, para ejercer un oficio se empieza como aprendiz con un maestro que forme a la persona mediante la supervisión, correcciones, orientación. Con el transcurso del tiempo ese aprendiz asciende a ayudante u oficial, lo cual significa que ya maneja el léxico y algunas herramientas. Habrán de pasar muchos años y trabajos hasta que el oficial logre el grado de oficiante o maestro, lo cual significa que ya domina el oficio. En el caso de la institución presidencial pareciera que vemos que el oficio no se domina aún, pues todavía se cometen errores de un aprendiz. Tal vez una explicación es que el licenciado López Obrador desde el año 2006 no ejerce el oficio de servidor público, ya que se dedicó a promover su imagen. Consecuentemente, se preparó para ejercer su oficio sin practicarlo. Léase sólo se dedicó a la teoría.
Es cierto que muchos creen que es un oficio relativamente sencillo, otro caso lo tenemos en Vicente Fox, quien creyó que bastaba la voluntad política para ejercerlo o el de Enrique Peña Nieto que fue de la idea de que la consigna era hacer y robar, pero resulta que no es así. En México, para ejercer el oficio se debe estar en la trinchera todos los días, hacerse de un equipo competente y entender que el oficio reclama conocimientos de Administración pública. De no ser el caso, seguiremos viendo improvisaciones y trabajos mal hechos.