Miguel A. Rocha Valencia
Aunque se perdieron valiosos meses, miles de millones, inversiones, amistades y obras, México es tan grande, que López Obrador tiene aún, la posibilidad de proyectar a México a un desarrollo real, sustentado en honradez, buen manejo de las finanzas públicas y lejos de la corrupción. De lo contrario seguiremos perdiendo.
Si su decisión positiva, tendría tiempo para el tema de la delincuencia, la inseguridad, la violencia, en vez de empecinarse en mostrarnos una realidad que sólo existe en su mente, pero que en el imaginario colectivo, es un mito, como se lo dijo Cárlos Urzúa al despedirse.
Para eso, para hacer un mejor México, tendría qué rescatar la confianza perdida, lo cual no quiere decir que retorne a los tiempos de la corrupción o impunidad; por el contrario, seguir el camino de la legalidad, no por «que yo mando», «lo que diga mi dedito», todos los que no están en la 4T son mis enemigos o son corruptos, o el «yo tengo otras cifras».
Es decir, lo único que tendría que hacer el nativo de Macuspana, sería asumir su papel de Presidente de México, de quienes aquí vivimos, y explotar sus dotes de líder para convocarnos a un gran esfuerzo nacional, donde no todos somos corruptos, ni tiene enemigos.
De esa forma podría regresar la confianza en las políticas públicas, en el respeto a la Ley. Eso es lo que queremos los mexicanos, y exigen los empresarios para meterse al juego y volver a invertir.
Ahí están los líderes empresariales quienes lo dicen abiertamente; no invierten por la desconfianza de que se aplique el hígado o la ocurrencia del mandatario en vez de la seriedad de los procedimientos, de la ley. Por eso el deplorable hacinamiento de recursos, decenas de miles de millones de pesos en Nafin, Banobras y en toda la banca pública. Por eso el repliegue de gasto en materia energética.
Sabe López Obrador y si no, alguien se lo tiene qué decir, que los daños por la cancelación del Aeropuerto Internacional de Texcoco aun continúan; ahí detonó la desconfianza. Ahí de inmediato, se perdieron ocho mil millones de dólares y no menos de 50 mil millones de pesos de Banobras e inversionistas, más lo que sufrió en depreciación la bolsa o el tipo de cambio. Hay quien asegura que fueron cerca de 500 mil millones de pesos en pérdida total.
Pero a ello se suma la cancelación de inversiones precisamente en el NAIM y otras obras públicas o el desarrollo energético, fenómeno que aun continúa y que deben apuntarse a pérdidas.
Con sólo un acto López podría recuperar confianza de inversionistas y transformar la crisis que actualmente vive dentro de su gabinete: reactivar el NAIM, con lo cual de inmediato habría empleos dado que la industria de la construcción es un detonante eficaz que activa a más de 20 rubros productivos altamente generadores de mano de obra.
Si hay corruptos, pues que los elimine o los meta a la cárcel; que lo hagan los empresarios, y el gobierno no ponga dinero y no se tire el capital que representa el TUA para pagar los ocho mil millones de dólares en créditos europeos y estadunidenses.
Confianza es lo que quieren recuperar los empresarios, pero esto sólo se dará cuando el gobierno les de seguridad en que habrá de respetar la ley, los contratos, compromisos y reglas del juego. De otra forma, seguiremos en picada y los del gobierno suplicando a los dueños del capital nacional y extranjero, que inviertan y estos le insistirán ¡no!
Ojalá la renuncia de Carlos Urzúa a Hacienda lo haga reflexionar.