·Santa Lucía, donde de repente surgió un cerro, ni siquiera tiene proyecto ejecutivo y ¡se encareció!

Miguel A. Rocha Valencia

Me sorprendió saber que la idea de aeropuerto internacional en Santa Lucía, Estado de México, se encareció ocho mil millones de pesos, cuando en realidad no existe siquiera el Proyecto Ejecutivo que permita saber a ciencia cierta cuál sería el costo real previendo inflación, fluctuaciones cambiarias y los imprevistos.

Pero más me sorprendió saber que se pondría la primera piedra de algo que ni siquiera es proyecto Ejecutivo ni está avalado por ningún organismo de aeronáutica.

Lo única que hay, y eso a trazos apresurados, casi a nivel de croquis, es un Plan Maestro donde no se incluyen los estudios de suelo, los de aeronavegabilidad, y sí tienen a modo, los correspondientes a impacto ambiental (curioso si apenas “descubrieron” que había un cerro) y los edafológicos que dictaminan la composición y naturaleza del suelo en su relación con las plantas y el entorno que le rodea.

Supuestamente están los de agua que advierten sobre el despojo que se hará a amplias zonas de los estados de México e Hidalgo del vital líquido, no sólo en su modalidad de riego, sino que dejará sedientos a los habitantes de las cada vez más pobladas zonas habitacionales.

Pero me sorprende más que a raíz de la “aparición” de un cerro que ahora resulta que sí estaba previsto, nuestro Mesías decidiera adelantar las obras de construcción de ese aeropuerto colocando la primera piedra, dando a entender que el buche se le llenó de material pétreo (se enojó) y debe sacarlo.

Mostró una vez más que el tema es de hígado y no técnico, que no importará que el mentado aeropuerto salga más caro de lo que se necesitaba para concluir el de Texcoco.

Otra vez en su simplismo nos dice que para sacar petróleo sólo hace falta hacer un hoyo en la tierra, así, sin más.

Y así en las diversas áreas de gobierno, tanto que desafía los escenarios de los analistas profesionales, de organismos especializados incluso a nivel internacional y ni qué decir de las opiniones de su propio gabinete.

¿Dónde está el programa de gobierno? Ocurrencias, vísceras, lo que sea, vuelvo a preguntar ¿A dónde nos lleva?