- Envuelto en un falso nacionalismo, de esos que ya no existen, el Mesías pretende expropiaciones
Miguel A. Rocha Valencia
Una vez más, lo que ya es monomanía, el machuchón de Palacio Nacional suelta su idea en materia de hidrocarburos de suspender permisos e intervenir empresas privadas que administren, almacenen, transporten o distribuyan hidrocarburos.
Esto implica que, llegado el caso, el gobierno, a través de la Sener, Pemex o la CFE, podría cerrar o tomar el control de gasolineras, almacenes, plantas o ductos por los que se muevan derivados del petróleo bajo el argumento de riesgos a la seguridad nacional, la energética o la economía nacional, situación que, sin duda, sería declarada por el mismo que propone dichas reformas a la Ley de Hidrocarburos.
O sea que el remedio y el trapito lo dicta oooootra vez, el Mesías de la 4T, quien simplemente podría declarar la emergencia para hacerse del control y operación de las instalaciones de los negocios a quienes se les suspendan los permisos.
Fácil y rápido, ni a Lázaro Cárdenas o Adolfo López Mateos se le hubiera ocurrido algo tan simple para apoderarse de la inversión y negocios privados que seguramente en manos de la Cuarta, quebrarían, se volverían onerosos, improductivos e ineficientes.
Lo cierto es que este nuevo rollo del Ganso de Macuspana, vuelve a prender las alarmas que ya no dejan de sonar para la inversión privada que ante esta nueva acometida del titular del Ejecutivo que seguramente será respaldada por sus garbanceros del Congreso federal, seguramente pondrá sus barbas a remojar y moverá sus activos a otras latitudes donde corran menos riesgos.
Desde luego que si fuera por un tema estratégico y nacionalista, sería de aplaudirse, como en los sesentas a donde quiere remitir al país el hijo predilecto de Tepetitán, pero hoy en tiempos de la globalización, tratados bi, tri y multilaterales, hacer algo como lo que se pretende, causará mayores pérdidas que utilidades, empezando porque la industria petrolera en todos sus órdenes va en picada, aunque sectores específicos de petroquímica se defienden asociados a procesos industrializados que cada vez son más sofisticados y complejos que van más allá del consumo de combustibles.
La verdad es que dicha Ley, además de meter ruido ante otros problemas reales del país, como los 400 mil muertos por Covid-19, las 75 mil ejecuciones, la caída de la economía en 8.5 puntos del PIB (algo así como 2.5 billones de pesos) la pauperización del empleo y la violencia creciente, tiene fines políticos que inciden en las personas poco informadas y ven en la iniciativa, un gesto nacionalista, pero que en el fondo es un patrioterismo ramplón y anquilosado.
Además, reverdece la idea obsesiva y enfermiza del Profeta de la 4T por devolver a la CFE y Pemex, un brillo que no tienen y que alejadas de la iniciativa privada se ven cada vez más opacas, deficientes y descontinuadas, que por eso mismo las hace ineficientes y las hace reflejar pérdidas que superan en sólo un año, cerca de 750 millones de pesos en conjunto, sin contar el incremento de sus pasivos laborales ni sus crecientes deudas.
En el caso de Pemex la hace tan irrentable que, en vez de aportar más al erario, se le regresan decenas de miles de millones y se busca disfrazar sus deudas centralizándolas en el presupuesto general, al que, gracias a decretos presidenciales, aporta cada vez menos impuestos al gasto público. Este año la “ayuda” fiscal será por más de 72 mil millones de pesos.
En cuanto a posibles motivos estratégicos, pues la verdad no se le ve, al contrario, tal reforma traerá más problemas a México con una mayor caída de la inversión y el “engordamiento” artificial en este caso de Pemex, paraestatal que no sólo asumiría control y administración de empresas privadas, sino también el costo de operación de las mismas, incluyendo la nómina.
Pero, además, el mensaje al exterior, será tan negativo que de plano nos van a cerrar puertas, los bonos de deuda del gobierno se volverán basura y seguramente se harán perentoria la liquidación de deuda por parte de los acreedores de las paraestatales o, mejor dicho, a la hacienda pública.
Es un frente más que se abrió el mandamás de Palacio, que como comentamos en la anterior entrega, está peleándose con todos, hasta con sus cercanos y eso, traerá consecuencias, no para el quien finalmente se iría a disfrutar el fruto de sus largos años de fructífero trabajo, sino de los mexicanos que laboramos, que aportamos a la economía y que hoy, sufrimos las consecuencias de una de las peores administraciones. Claro que los de la Cuarta son como los de antes, son peores y, además, burdos, soberbios, rateros e ignorantes.