• De lo que “informa” la 4T, pocos datos son verificables; muchas palabras, nula información  

Miguel A. Rocha Valencia  

En las diversas plataformas informativas de la 4T, iniciando por la de las mañaneras de Palacio Nacional, hay mucha “información”, pero pocos datos son verificables. Lo mismo cuando acusan a alguien de corrupción, que se queda en el escándalo mediático, que en el momento de presumir “logros” con ahorros, subejercicios, regalo de dinero o la realidad en torno a la pandemia de SARS-CoV-2.  

En lo económico, al inicio de la actual pesadilla o sexenio, cuando se canceló el Aeropuerto Internacional de Texcoco con avance del 31 por ciento, se acusó que había corrupción, pero nunca se demostró, en cambio, se generó una deuda por cerca de 160 mil millones de pesos, se tiraron a la basura otros tantos y se perdió la confianza de inversionistas nacionales y extranjeros que se traduce en muchos miles de millones de dólares.  

Respecto a lo político, se repartieron culpas a personeros de fracciones partidistas, se les acusaron de corruptos y los doblegaron para no criticar u oponerse, en el Congreso, a las instrucciones del caudillo de Macuspana. El chantaje es la característica; de ahí se bajó incluso el tono de expresidentes que se atrevieron a abrir la boca.  

Luego les trajeron un personaje llamado Emilio Lozoya Austin, quien escupió para arriba salpicando a toda la “mafia en el poder”, pero sin que pasará más allá de un video, de sus dichos y su consentimiento a ser testigo protegido del mesías tropical a cambio de su libertad y “desenmascarar” corrupción.  

Con el mismo método del chantaje, se acusó a ministros o distinguidos miembros de la Judicatura y se doblegó a la Suprema Corte de Justicia que pavimentó el camino de la Cuarta, incluso para meter gente a la cárcel sin probarles, en más de un año, los cargos imputados, como es el caso de Rosario Robles a la que cínicamente el profeta de Palacio Nacional le dice que, si coopera en su plan de acusar a miembros de anteriores administraciones, podría recuperar su libertad.  

A los empresarios igual, los extorsiona, los obliga a cooperar so pena de ir sobre ellos; los exprime con el pago de impuestos y lo que evadieron a cambio de meterlos en las cárceles o aplicarles sanciones de todo tipo, haciendo suya la Ley y utilizando a la Unidad de Inteligencia Financiera de Hacienda, así como al SAT, como los garrotes para golpear a quienes hoy necesitaría para rescatar al país de la ruina económica.  

Por eso y al uso conocido de la legalidad del Peje, los empresarios nacionales y extranjeros, regatean la inversión y en vez de acometer proyectos que alcanzarían casi 2.5 billones de pesos, apenas llegan a poco más de 700 mil millones de pesos en cinco años, es decir, ni la tercera parte.  

Tal vez por eso la recuperación será lenta, miles de empresas micro y medianas ya no reabrirán y el incremento de la pobreza laboral y la informalidad, irán a alza.  

Pero al mismo tiempo, los empresarios reclaman que el gobierno haga su parte, no se quede con el dinero presupuestal destinado a inversión, pero López les dice que no y les niega apoyos, cualquiera que sea, porque los recursos, asegura, los tiene para los “pobres”, pero no rinde cuentas de esos 500 mil millones de pesos que se etiquetaron para promover la economía a través de proyectos sobre todo de infraestructura.  

Por si fuera poco, redujo ilegalmente el gasto del gobierno acusando que existía corrupción, cortó dinero a la compra de medicamentos (hay mil 600 niños con cáncer que murieron por falta de fármacos) acumuló el dinero de fideicomisos, “ahorró” los salarios de cientos de miles de burócratas, a muchos de ellos los corrió y a otros les escamoteó prestaciones y aguinaldos.  

A los gobernadores les recortó participaciones; a los legisladores federales los pasó a cuchillo; en la CDMX, se les quitaron 400 millones de pesos y presumió el Ganso tabasqueño, una bolsa de 700 mil millones de pesos, pero no explica con claridad dónde quedaron.  

Incluso en mítines quiere que le reconozcan “sus dádivas” del dinero público, y le gritan que no lo han recibido. Uno de los programas más opacos, es el de Sembrando Vida, donde a falta de los estímulos prometidos, los labriegos decidieron arrasar árboles plantados y volver a los cultivos tradicionales.   

En salud, está a la vista: reportes que nos “hablan” de 117 muertos y un millón 300 mil contagios, pero que de acuerdo a estudios internacionales como el de la Universidad de Washington, es más del doble el saldo de la pandemia, y el tlatoani, sin usar cubrebocas.  

Ni qué decir de los asesinatos que ya suman más de 60 mil, menos aún del fracaso de la política de besos y abrazos a los criminales que termina con liberación de capos, apapacho a sus familiares, ejecuciones de niños, políticos, empresarios y “pueblo bueno”.  

En cuanto a la corrupción, la 4T dijo mano; sólo en 2019 a Morena se le detectaron más de mil irregularidades que incluyeron viajes al extranjero, hoteles de lujo y gastos personales, en tanto que el gobierno del mesías, entregó el 75 por ciento de los contratos de manera directa, se probaron recolecciones y robo de dinero de sus hermanos, nueras, cuñadas; triquiñuelas y enriquecimiento de colaboradores de primer nivel, denunciados por ellos mismos. Todo impune.  

La lista se alarga cada vez, pero en el tema de aplicación de la ley, el gasto público, la pandemia y la seguridad, nada de lo “oficial” es verificable, tal vez por eso México, que con todo y la mafia en el poder ocupó el primer lugar en el ranking de países abiertos en 2017, hoy en menos de dos años, ya bajó cinco escaños y sigue cayendo por la opacidad del gobierno de cuarta que hoy tenemos donde la política nacional de datos abiertos, es hoy, de pura lengua de peje.