Ivette Estrada
Queridos Reyes Magos:
Cada noche del cinco de enero la luna es más luminosa y noble, como un faro que aguarda su regreso para entregar dones que simbolizan los tres planos del Ser: oro-materia, incienso-alma o mente y mirra- espíritu o conexión con lo divino.
Lo llevaron a un niño que representa el surgimiento de una ley universal benigna y eterna: el Amor, lo único que salva, redime y cura, lo que nos da la respuesta a la pregunta más antigua y profunda: ¿para qué estoy aquí? Y podremos responder con un críptico “para aprender”, o un insustancial “para ser feliz”. La realidad es que todos cumplimos una misión única, un contrato sagrado que tiene como raíz el compartir. Y el ofrecer a los demás talentos intrínsecos a cada uno de nosotros sólo puede justificarse por el Amor. Es la raíz del sentido de la vida, de la creación y la creencia en los dioses. Es el principio del todo.
Ustedes, querido Santos Reyes, personifican al Amor. A través de un regalo, por pobre y humilde que parezca y sea, tratan de representar un mandato precioso: “Cree, existe esperanza, la magia existe”. La fantasía es el preludio de la realidad. Esa enseñanza es la que nos permitirá crear verdades más felices para todos y no claudicar en ese afán. Es sentir empatía y compasión. Es abrazar eternamente y en distintas formas al Amor.
Los Santos Reyes, sin importar la religión que cada uno de nosotros profesemos, o las creencias que sostengamos, conforman una parte sustancial del autoconcepto: somos merecedores. Somos parte del milagro de la vida y estamos hechos con polvo de estrellas.
Inicialmente, la creencia en los Reyes aparece con objetos materiales. Después, finalmente, logramos detectar nuestro poder de crear para nosotros oportunidades y situaciones felices. Nos asumimos como lo que son Ustedes: seres de bondad y magia.
Así los aguardaremos esta noche, con una ilusión que no se limita a la infancia ni se restringe a los que profesan determinada creencia, sino que nos reconocemos como parte de todos los seres sintientes que anhelamos serenidad.
Y al aparecer el nuevo día, el día 6 de enero, tendremos un recuerdo tenue, intangible y bello de haberlos soñado y haber caminado un breve tramo con ustedes. Por eso aparece esta luminosa luna la noche de Reyes Santos, pero también Magos, porque la magia vive entre nosotros. Así es y así será siempre.
Que la buena voluntad siga en su vida y percepción, que su existencia nos permita reconocer nuestro poder creador..
Queridos Reyes Magos, gracias por existir.