Palmeras, aguas cristalinas y kilómetros ininterrumpidos de playas de arenas blancas son las primeras imágenes que nos vienen a la cabeza al pensar en la Polinesia Francesa. Este archipiélago inserto en el Pacífico Sur mide 4 mil km2 y se compone de 118 islas; entre las cuales, Tahití destaca como la más grande y poblada.
Su capital, Papeete, es un lugar donde turistas y locales interactúan en los coloridos mercados llenos de frutas y flores exóticas. Además, es punto de partida obligado para cualquier viajero, pues es la única ciudad de la zona con un aeropuerto internacional.
Si bien Papeete es la primera parada, lo más conveniente para adentrarte en esta aventura es tomar un vuelo de la compañía local Air Tahiti y trasladarte hasta la isla de Raiatea, donde te embarcarás en un catamarán para comenzar la navegación.
Raiatea, que en idioma local significa “paraíso lejano” y “cielo de luz suave”, es conocida como el corazón de la cultura polinesia ya que, según cuenta la leyenda, de sus playas zarparon los antiguos polinesios para poblar Hawái por el norte y Nueva Zelanda hacia el sur.
En esta isla se ubican la mayoría de las bases náuticas y empresas de alquiler de yates. Uno de sus impresionantes paisajes es el Motu Mahaea, con hermosas playas soleadas, ideales para practicar deportes acuáticos, como stand up paddle, kayak, snorkeling.