Miguel Ángel López Farías

También Chiapas se calienta, el Chiapas que se resiste a dejar de ser uno de esos estados ¡tan bonitos, tan exuberantes!, así dicen lo que me escuchan decir que allá nací.

Chiapas está en manos de dos poderosos cárteles de la droga los «cuatro letras” y Sinaloa, y no podía ser de otra manera, es la gran puerta del sur, «la quinta avenida» para las drogas y todo producto o humano de dudosa procedencia. Parece que por el calor tropical al chiapaneco le importen poco las cosas (le valgan madre) y arrastramos la fama del trato de letrina a ese hermoso estado.

¿A quién le importa el que miles de familias indígenas sigan actuando como muertos vivientes, aplastados por la ancestral injusticia económico y social, mientras un puñado de apellidos son dueños del territorio?

Y Chiapas se enfila a otra elección más, la de la gubernatura, aderezada con capas de vileza política y humana, bajo el fuego cruzado de los amos de los caballos y de los enviados del mayo Zambada (en la SEDENA saben a lo que me refiero), y un Chiapas jaloneado por grupos como el de Tabasco (¿A qué horas planearon anexarse Tuxtla Gutiérrez a Villahermosa?)

Y que ven incapaces a las verdaderas mujeres y hombres buenos para poder gobernante sin ayuda de esos acomedidos del centro del país. 

Chiapas es todo un paraíso para la explotación de sus recursos naturales y económicos, así lo ven los cínicos que empujan a Zoé Robledo, un hombre que ha sido comparsa de ese mismo gobierno (IMSS) que hizo explotar el sistema de salud nacional…

(¿Cómo andan sus hospitales señor Robledo? ¿O no se enteró de la muerte de una niña, por asma, porque no había médico en San José el Limar, Tumbalá?)

Chiapas es un barril de pólvora y se nos olvida, que por debajo de su piel existen brazas encendidas de aquella revuelta del 94, y que si bien no ha reventado es porque le abrieron los manantiales de cuantiosos recursos económicos, pero que no son suficientes, pues, gracias a gobiernos detestables como el de Rutilio Escandón, corrijo, el de su esposa, Rosalinda López, es que este latente el riesgo de más y más levantamientos armados.

A Chiapas le hace falta crecer, y vaya que existen grandes mentes, talentos serenos, más bien contemplativos, pero que traen en las venas vidas pasadas de sabiduría y de un agudo sentido de la lógica y de ideas avanzadas, pero que no forman parte de esas castas divinas que huelen a camionetas nuevas o viajes al extranjero…

¿Por qué no hacerse del gobierno con un hombre distinto? ¿Uno que venga de abajo? ¿Uno que de verdad le haya «macheteado» para llegar a los más altos niveles? Pero eso está por definirse… y si los chiapanecos deciden bien, le estarían cerrando la puerta a varios que comen con vinos caros y le darían su voto de confianza a uno que sepa tomar pozol.

Una cosa es cierta, a Chiapas no se le puede perder la fe, ni retirar la atención, pues, aunque los titulares de noticias solo mencionen tragedias de migrantes, inundaciones por lluvias o balaceras entre cárteles, por sus ríos humanos y geográficos se mueven otro tipo de fuerzas, de las que una mañana sacuden a un país recordándonos que Chiapas también es México.

Y viene la pregunta: ¿Que van a hacer los chiapanecos ante tremendo reto? ¿Seguir apostando por la misma butaca?

¿Atreverse a marcar un digno «hasta aquí» a una cofradía de truhanes en palacio?

¿En qué instante despegarán los ojos de las redes sociales y dejarán de alimentarse de rumores y de esa «prensa » gacetillera que ha inundado a la sociedad chiapaneca?

Es tiempo de aprender a pescar y dejar de estirar la mano, antes de que todo arda.