Miguel Ángel López Farías

«El camino al infierno está lleno de buenas intenciones y el del cielo de buenas obras»… hacer gobierno no solamente es tener buenas ideas, sino conocer el ADN de los procesos y sus equilibrios, excepto el que gobierna sea un dictador y posea los hilos totales de la administración, sin contrapesos y en donde su voz sea la única que resuene, podría ser así, pero ello ocurrió con Santa Ana, el  Porfiriato, o más atrás, con los huey tlatoanis…

En estos tiempos, por más que la democracia cargue de espejismos con triunfos contundentes a quienes llegan no podemos negar que los contrapesos existen, sean económicos o legales.

En la fraseología, el mandatario AMLO puede tatuar el «me canso ganso» y dejar sentir el peso de sus números en el congreso o en las trincheras de gobierno, pero las vigas de la realidad son mucho muy aplastantes y determinan que no se puede echar a andar ningún proyecto sin el concurso de la terca realidad, del día a día con todo y sus pesadillas…

Así pues, el que se comience a virar en proyectos como la refinería de «dos bocas» o que un juez ponga freno al aeropuerto de santa lucia y ordene continuar con el de Texcoco, por más que lo quieran inundar, solo muestra que la fiebre morena se va curando con vacunas de esas otras fuerzas, que por fortuna, permiten que la balanza no sea alterada y termine por despachar kilos de a 700 gramos.

Y no es que el gobierno de AMLO deba recibir una sopa de su propio chocolate, no es así, pero se ha empeñado tanto en hacer notar que él es del pueblo bueno y que los demás son los demonios le ha acarreado que su figura se vaya asemejando al de una caricatura…

Ahora bien, el presidente está pisando un suelo muy resbaloso, en donde cada decisión corre el riesgo de ser tirada, sea por medio de suspensiones legales o por que los jugadores financieros aprieten la marca, endurecer el discurso o atacar a los otros poderes no le acarreara más que guantazos y un desgaste hacia dentro y fuera de su gobierno y como tsunami se viene encima  el cese fulminante de su bono de votos y de poder…

Y sin duda, tendrá maniobra con el numero de simpatizantes, pero otro tipo de tormentas que no están siendo atendidas como la inseguridad o la recesión económica le llenaría el bote de agua, y ahí si, todos nos andaremos ahogando…

El presidente, contrario a lo que se espera de él, podría comenzar a modificar las señales y lanzar mensajes que no solo sean trazos  de buena voluntad, sino de mejores obras, reconocer que con todo y el cochinero del NAICM de Texcoco y que no ha querido ni podido comprobar , debe ir, que lo de dos bocas es innecesario porque está impulsando un nuevo elefante blanco  que el tren maya esta muerto antes de haber sido parido y que mucho de lo que él ha planteado requieren de los mas profundos ajustes para que dejen de ser meros actos de buena voluntad y se conviertan en acciones reales de gobierno…

La bronca, el problema es saber si la caparazón presidencial del tabasqueño le daría para entender que es lo que le conviene a el país y no a su imaginación.