Probablemente de todos nuestros sentimientos
el único que no es verdaderamente nuestro es la esperanza.
La esperanza le pertenece a la vida,
es la vida misma defendiéndose.
Julio Cortázar
Arturo Suárez Ramírez
Estimados amigos lectores, gracias por su tiempo para la lectura de la presente columna que se publica en este prestigiado medio de comunicación. Vamos al tema, y es que gran revuelo, burlas y una verdadera fiesta en las redes sociales se ha desatado por la petición de la Presidencia de la República al Gobierno de España, de que se disculpe por los agravios cometidos durante la época de la conquista.
Ahí están los cruentos hechos y nadie lo puede negar, prácticamente fue un exterminio de los pobladores americanos en cultura, religión y política. Se impuso la cosmovisión de los europeos, con violencia, sangre y espada entró la religión católica que sirvió para doblegar a los “indios” de los que se sirvieron para construir el nuevo virreinato.
La petición tiene un verdadero sustento histórico y justificación, no es la primera ocasión en que un país pide a otro una disculpa por las malas acciones del pasado, ni que otros países lo realizan de manera sería formal y con un sentido reparador de rencillas y con ello comenzar una nuevas etapa en relaciones diplomáticas.
Evidentemente no es el caso entre México y España que conservan, desde hace mucho tiempo, relaciones sanas y de colaboración en diferentes ámbitos.
Algunos casos de disculpas diplomáticas son las ofrecidas por Emmanuel Macron, quien admitió la responsabilidad del gobierno francés en crímenes cometidos en Argelia, como tortura y desaparición, durante el movimiento armado de su independencia.
La primera ministra del Reino Unido, Theresa May pidió perdón a países caribeños por el trato a sus ciudadanos que emigraron a esa nación.
En América, Canadá mediante Justin Trudeau ofreció una disculpa pública por el rechazo que sufrieron en su nación los judíos que huían de los nazis. Su contraparte japonesa, se disculpó por el maltrato del que fueron víctimas algunos prisioneros canadienses durante la Segunda Guerra Mundial.
En el Vaticano, Juan Pablo II pidió perdón por los horrores de la Inquisición, con siete siglos de atraso. Benedicto XVI lo hizo por los abusos sexuales a menores, lo mismo que Francisco.
Y si escarbamos en la historia, encontraremos más ejemplos. El asunto con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador es ¿vale la pena meterse en una tensión con el gobierno español?
La respuesta es obvia y López Obrador sigue cojeando del mismo pie, no delega y le gusta jugar a ser el “hombre orquesta”. En todo caso era menester de la cancillería hacer la petición y que de ahí saliera la información cuando ya tuviera avances las negociaciones.
Quizás se pudo forzar por el área de cultura, buscando a un grupo de investigadores que redimensione la historia de la conquista, con métodos, argumentos y no con ocurrencias. Es imprescindible que el presidente entienda que no puede perder el tiempo, cuando parte del ejecutivo es su gabinete, que para eso está.
Entre Palabras
El discurso del presidente se está agotando, ¿cómo le creemos cuando habla de la mafia del poder o de la prensa “fifi” si se reúne a cenar en la casa de Leopoldo Gómez?
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