Que fácil resulta acusar sin tener pruebas, denostar solo porque se tiene boca y se puede sacar raja política de ello. En este país fue una práctica recurrente la mentira, con ella se inculpaba, inclusive se fabricaban culpables que los hiciera salir del paso y quedar bien ante la opinión pública y jalar la rienda a los demás, para que supieran a quién se enfrentaban.

Esta semana conoceremos los nombres y apellidos de periodistas que por alguna razón, el sexenio pasado cobraron algún concepto en la Presidencia de la República y que el presidente López Obrador mencionó en varias ocasiones. AMLO no quiso dar directamente la lista. El argumento el mal gusto.

Y es que no necesariamente los que aparezcan en la lista se les puede tachar de “chayoteros”. Tampoco significa que los “chayoteros” no existan, ni sigan existiendo. Lo importante será el argumento y como siempre, de haber incurrido en un acto de corrupción que se pague por ello. Pero ese no debe ser un instrumento para intentar poner freno a las críticas.

Lo mismo pasa con la lista de empresas que hicieron de la condonación de impuestos un modus operandi, porque del otro lado había funcionarios que lo permitían. Un mecanismo de corrupción bien construido.

La política de transparencia y rendición de cuentas, no debe estar sujeta al buen o mal gusto de un individuo. Si acusamos que sea con el argumento en la mano, así ganamos todos.

Nosotros…